Internacional

¿Qué sabemos de la ola histórica de incendios forestales que asola España?

El verano de 2025 será recordado en España como uno de los peores en décadas en cuanto a incendios forestales. Tras semanas de lucha contra el fuego, las llamas no dan tregua y han arrasado ya más de 100 mil hectáreas en lo que va de año, duplicando la superficie quemada en todo 2024. En apenas diez días de agosto, la cifra se disparó de 40 mil a 105 mil hectáreas según el sistema europeo EFF, situando 2025 entre los cinco peores años de las últimas dos décadas.

Solo en la primera quincena de agosto, durante la reciente oleada de incendios, ardieron unas 115 mil 600 hectáreas, casi el triple de lo quemado en el resto del año. La situación es crítica con fuegos activos simultáneamente en seis comunidades autónomas (Castilla y León, Galicia, Extremadura, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Andalucía e incluso focos en Asturias y Madrid), obligando a España a solicitar ayuda internacional para combatir las llamas.

Las cifras humanas y materiales dejan ver la magnitud del desastre: al menos tres personas han perdido la vida —un trabajador en Madrid y dos voluntarios en Castilla y León— tratando de combatir el fuego. Hay una docena de heridos, varios de gravedad con quemaduras críticas, y cerca de 10 mil habitantes han tenido que ser evacuados de sus hogares en distintos puntos del país.

Decenas de viviendas y otros edificios han sido devorados por las llamas. Las escenas se repiten: pueblos rodeados por el fuego, vecinos huyendo con lo puesto o tratando de ayudar con medios precarios, carreteras y vías férreas cortadas —incluso la línea de AVE Madrid-Galicia fue suspendida temporalmente por la proximidad de las llamas— y un denso humo cubriendo el cielo de varias provincias.

 

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España ha desplegado más de 50 medios aéreos y ha recibido apoyo de aeronaves europeas en la lucha contra el fuego. En estos momentos todos los recursos del Estado están movilizados para hacer frente a la emergencia.

El Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) mantiene desplegados más de 50 medios aéreos (aviones y helicópteros) y diez brigadas helitransportadas (BRIF), sumando 600 efectivos dedicados a las labores de extinción. A ellos se añaden cuatro equipos EPRIF de prevención integral y siete unidades móviles de análisis y planificación, además de los medios autonómicos.

El Ministerio de Defensa mantiene a la Unidad Militar de Emergencias (UME) al 100% de su capacidad operativa: más de mil militares desplegados sobre el terreno y hasta 3 mil 500 en rotación. El Ejército del Aire ha aportado pilotos, mecánicos y técnicos en apoyo a la flota de hidroaviones, mientras que el Ejército de Tierra tiene a sus analistas trabajando las 24 horas en tareas de inteligencia y apoyo logístico. Un batallón de helicópteros con 150 efectivos y varios Chinook de transporte están en prealerta para asistir en evacuaciones y transporte de material.

Por su parte, el Ministerio del Interior ha movilizado a más de 5 mil agentes de la Guardia Civil y unos 350 efectivos de la Policía Nacional para labores de seguridad, evacuación y apoyo, en coordinación con bomberos y servicios de protección civil autonómicos. Ante la magnitud de la crisis, España activó el mecanismo europeo de protección civil: dos aviones anfibios Canadair enviados por Francia aterrizaron en Santiago de Compostela para sumarse a las tareas de extinción. Estos refuerzos internacionales resultan vitales, especialmente en focos descontrolados donde los medios nacionales resultaban insuficientes.

 

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¿Cuáles son las comunidades autonómicas más afectadas?

La peor parte de esta oleada de incendios se la lleva el noroeste peninsular, particularmente Castilla y León y Galicia, que concentran gran parte de la superficie calcinada.

En Castilla y León la situación ha sido dramática: llegó a haber una veintena de incendios activos simultáneamente en la comunidad, once de ellos de nivel 2 (alta gravedad). Las provincias de Zamora y León están viviendo el peor incendio forestal del que se tiene registro en España: el fuego iniciado en la localidad zamorana de Molezuelas de la Carballeda el 10 de agosto, y que luego se extendió a León, ha arrasado unas 37 mil hectáreas.

Esta cifra convierte a ese incendio en el de mayor extensión documentada en el país. Las estimaciones provienen del satélite europeo Copernicus, que monitorea la zona, y reflejan un perímetro devastador de bosques y montes reducidos a cenizas.

La tragedia humana en Castilla y León también es considerable. Solo en el entorno de Zamora y León, más de 8 mil vecinos tuvieron que ser desalojados de 34 localidades ante el avance de las llamas. Polideportivos y albergues de emergencia, como los habilitados por Cruz Roja en La Bañeza y Astorga, acogieron a familias enteras.

Con el paso de los días, a medida que algunos frentes se estabilizaron, unas 2 mil 600 personas pudieron retornar a sus hogares, pero otras muchas permanecen evacuadas. El incendio de Losacio-Molezuelas se cobró la vida de dos voluntarios de 35 y 36 años que colaboraban en las labores de extinción —ambos fallecieron a causa de graves quemaduras—, a los que se suma la víctima mortal registrada en Tres Cantos (Madrid). Además, en Zamora y León se contabilizan al menos doce heridos, de los cuales cuatro permanecen en estado crítico (dos en unidades de cuidados intensivos) con quemaduras en más del 80% de su cuerpo

Las autoridades castellanoleonesas, respaldadas por el Gobierno central, señalaron el jueves que la situación comienza a estar bajo cierto control: la Junta afirma que puede gestionar “razonablemente” la emergencia con sus propios medios más el apoyo estatal y europeo.

De hecho, a mediodía del jueves ya se permitió el retorno de los habitantes de ocho poblaciones evacuadas por el incendio de Puercas (Zamora). En ese incendio, ubicado en la comarca de Aliste, la Policía detuvo a un hombre por su presunta responsabilidad en el origen del fuego, atribuido a una imprudenciaNo obstante, otros focos en Castilla y León seguían activos en la provincia de León –en municipios montañosos como Anllares, Fasgar, Barniedo o Murias de Paredes– favorecidos por vientos erráticos y tormentas secas que complicaron las labores de extinción.

En Galicia, la otra comunidad duramente golpeada, los incendios se ceban especialmente con la provincia de Ourense. La ola de fuegos declarada en agosto en territorio gallego ha quemado ya más de 23 mil 700 hectáreas, una superficie ocho veces mayor que la consumida en toda Galicia el año anterior.

Solo el incendio originado en Chandrexa de Queixa (Ourense) arrasó unas 10 mil 500 hectáreas según las autoridades gallegas, obligando a evacuar aldeas enteras y a confinar preventivamente a decenas de vecinos.

Otros grandes fuegos activos simultáneamente —en municipios como Oímbra, A Mezquita, Maceda o Vilardevós— mantuvieron en jaque a los servicios de emergencias gallegos durante jornadas enteras. En total llegó a haber seis focos importantes activos en Ourense al mismo tiempo, algunos de los cuales terminaron uniéndose entre sí al crecer sus perímetros.

La densa humareda y el frente de llamas en expansión obligaron a interrumpir el tráfico ferroviario entre Galicia y la Meseta por la línea de alta velocidad en varias ocasiones., aislando temporalmente a Galicia por tren. Si bien la situación mostró leves mejorías a mitad de semana –con algunos fuegos estabilizados o controlados–, la comunidad sigue en emergencia nivel 2 y continúa recibiendo apoyos de la UME e incluso de efectivos llegados de Portugal.

 

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¿Qué otras regiones han registrado incendios?

Otras comunidades autónomas de España también han sufrido incendios significativos este verano. En Extremadura, el incendio de Jarilla (norte de Cáceres) continúa fuera de control tras más de tres días activo. Este fuego ha arrasado ya unas 4 mil 600 hectáreas y llegó a atravesar la autovía A-66 y la carretera N-630, que tuvieron que ser cortadas al tráfico.

Tres localidades cacereñas —Jarilla, Cabezabellosa y Villar de Plasencia— fueron evacuadas por precaución, mientras que los vecinos de Oliva de Plasencia tuvieron que confinarse en sus casas a causa del denso humo y la cercanía de las llamas. Unas 320 personas permanecen acogidas en un albergue de Plasencia, sin que se descarte que se ordenen nuevos desalojos si el frente de Jarilla sigue avanzando.

La Junta de Extremadura ha declarado el nivel 2 de alerta en toda la región ante la simultaneidad de incendios (además de Jarilla, había focos activos en Malpartida de Plasencia, Casares de Hurdes y Trujillo).

En la Comunidad Valenciana, preocupa el incendio declarado en Teresa de Cofrentes (interior de Valencia). Este fuego, originado el miércoles por la caída de un rayo durante una tormenta seca¿, avanzó rápidamente alimentado por rachas de viento de hasta 70 km/h. Las llamas han arrasado monte bajo y matorral de difícil acceso, alcanzando el nivel 2 de emergencia y obligando a evacuar varias pedanías y casas aisladas en la zona.

Siete medios aéreos trabajan en Teresa de Cofrentes, junto a brigadas forestales de la Generalitat, bomberos provinciales y tres unidades de la UME desplazadas desde Valencia. En total más de 150 bomberos y efectivos forestales combaten este siniestro, al que se ha sumado un avión adicional enviado desde Aragón. Según informó el conseller de Interior, Juan Carlos Valderrama, por ahora “no está previsto” que los desalojados puedan volver a sus hogares, a la espera de ver cómo evoluciona el viento.

También la Comunidad de Madrid se ha visto afectada. Un incendio declarado en una zona forestal de Torrelodones (Madrid) obligó a desalojar la urbanización Las Marías por precaución. Catorce dotaciones de bomberos, apoyadas por cuatro helicópteros, lograron estabilizar ese fuego tras quemar matorrales y amenazar algunas viviendas en construcción. Los vecinos pudieron regresar a sus casas pocas horas después.

Más grave fue el incendio de Tres Cantos, al norte de la capital, que desde el lunes ha calcinado alrededor de 2 mil hectáreas de encinar y monte bajo. Este incendio, ya bajo control, dejó la primera víctima mortal de esta oleada cuando un joven trabajador de una hípica local falleció al intentar salvar a los caballos de las cuadras afectadas por las llamas.

En Andalucía, el incendio declarado en Tarifa (Cádiz) el lunes 11 de agosto mantuvo en vilo a la comarca del Campo de Gibraltar. Las llamas avanzaron sobre la Sierra de la Plata —una zona de alto valor ecológico junto a las playas de Bolonia y Atlanterra—, obligando a evacuar a más de 2 mil personas de urbanizaciones, campings y hoteles cercanos. Durante jornadas, el fuego amenazó viviendas y complejos turísticos, llegando a pocos metros de edificaciones. Finalmente, el incendio de Tarifa fue estabilizado el miércoles tras quemar un perímetro de aproximadamente 300 hectáreas de pinar y matorral.

Las investigaciones apuntan a “sospechas fundadas” de que el origen del fuego fue intencionado, según declaró Antonio Sanz, consejero de la Presidencia andaluz, lo que ha derivado en pesquisas policiales para identificar al posible pirómano. No muy lejos de allí, en la provincia de Huelva, otro incendio en el paraje La Contienda (término de Aroche) calcinó alrededor de 500 hectáreas de monte.

Aunque este siniestro fue de “gran magnitud”, los efectivos del Plan Infoca lograron perimetrar el fuego y enfriarlo, manteniéndolo ya “muy frío” y prácticamente controlado para el jueves.

En el Principado de Asturias, que ya había sufrido conatos a inicios de año, los fuertes vientos avivaron hasta nueve incendios forestales en distintos concejos durante este jueves. Dos de esos fuegos permanecían activos al cierre de la jornada (en Genestoso, concejo de Cangas del Narcea, y en Bezanes, concejo de Caso), mientras el resto se hallaban controlados o en fase de vigilancia.

Las llamas en Asturias calcinaron montes bajos y zonas de matorral, afectando incluso al entorno del santuario del Acebo. Brigadas de bomberos del SEPA (Servicio de Emergencias del Principado) y la UME trabajaron contrarreloj para asegurar los perímetros y enfriar los rescoldos, conscientes de que la evolución de estos fuegos dependía en gran medida de las condiciones meteorológicas. Con previsión de altas temperaturas y fuertes rachas de viento para el día siguiente, los esfuerzos se centraron en consolidar los perímetros y evitar reactivaciones en terreno asturiano.

 

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¿Es por la crisis climática o por obra del hombre?

Ambas. El denominador común tras esta oleada de incendios es una combinación explosiva de condiciones climáticas extremas y, en muchos casos, la mano del hombre. España viene sufriendo repetidas olas de calor este verano, con temperaturas por encima de 40 ºC en amplias zonas. Julio de 2025 fue el tercer julio más cálido jamás registrado a nivel global, solo por detrás de 2023 y 2024, según el programa europeo Copernicus.

La persistente sequía que arrastra la península, unida a vientos fuertes y tormentas secas, ha creado el escenario ideal para que cualquier chispa se convierta rápidamente en un incendio incontrolable. Los bomberos resumen esta situación en la conocida regla del 30-30-30: temperaturas sobre 30 ºC, humedad por debajo del 30% y vientos de más de 30 km/h –un cóctel perfecto para el desastre. Bosques fuera de su rango climático, vegetación extremadamente seca y récords de calor se traducen en terreno abonado para el fuego. Como resume Greenpeace, el cambio climático no inicia los incendios, pero los agrava, haciendo que sean “más frecuentes, intensos y difíciles de controlar”.

En palabras de esta organización ambiental, “más calor, más viento y menos humedad” es la ecuación que explica este verano negro de incendios.

Junto a los factores meteorológicos, las causas humanas están siendo investigadas en varios de los focos. El Ministerio del Interior ha confirmado que uno de cada cuatro incendios en España podría ser deliberado, provocado por pirómanos que prenden fuego intencionalmente. El perfil de estos incendiarios suele ser el de hombres jóvenes, residentes en zonas cercanas, que actúan de forma impulsiva y planifican los fuegos para no dejar rastro.

Las autoridades advierten de que los delitos graves de incendio forestal pueden conllevar penas de hasta 20 años de prisión. En la actual ola de fuegos ya se han efectuado detenciones: hasta el jueves se contabilizaban cuatro personas arrestadas como presuntos autores de incendios en distintos puntos del país. Entre ellos están dos sospechosos detenidos en Olveiroa (A Coruña) —en relación a fuegos provocados en la Costa da Morte gallega—, un detenido en Oímbra (Ourense) vinculado a uno de los focos ourensanos que dejó tres heridos graves, y un detenido en Puercas (Zamora), acusado de haber originado por imprudencia el incendio que amenazó pueblos en la comarca zamorana.

Asimismo, muchos otros fuegos han tenido un origen accidental o natural: la caída de rayos durante tormentas secas fue el detonante de incendios como el de Teresa de Cofrentes en Valencia o el de Barniedo de la Reina en León. También negligencias como colillas mal apagadas, barbacoas o maquinaria agrícola han podido iniciar llamas en un medio totalmente seco.

España enfrenta todavía semanas críticas en esta temporada de incendios. Con las temperaturas aún elevadas a finales de agosto y masa vegetal reseca, cada día sin lluvia supone un riesgo.

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