El empleo con-sentido

Cuando he tenido el honor de ser invitado a apadrinar generaciones de bachillerato y me piden un consejo sobre qué carrera elegir o qué rumbo profesional seguir en función de las perspectivas económicas de la región, les comparto algo que considero fundamental: escojan un camino que les traiga felicidad, no solo ingresos.
En una sociedad que a menudo nos empuja a pensar en términos de rentabilidad y salarios, es fácil olvidar que nuestro trabajo, nuestra carrera o nuestra actividad de vida debe estar alineada con aquello que nos llena el alma. Qué martirio sería realizar, por necesidad, una actividad que consumirá la mayor parte del tiempo de vigilia del resto de nuestra vida y que no nos realice como seres humanos.
Les cuento a estos jóvenes que no se trata solo de elegir lo que está en boga o lo que dicta la economía del momento, sino de encontrar algo que les ofrezca tres elementos clave: autonomía, complejidad y una relación justa entre esfuerzo y recompensa.
Primero, la autonomía: que puedan ser dueños de sus decisiones, que sientan que el rumbo de su vida está en sus manos y no en manos de otros. Segundo, la complejidad: que aquello que hagan les desafíe, les permita usar su mente, su creatividad, y que no sea una tarea monótona que no les inspire. Y por último, una relación equilibrada entre el esfuerzo que invierten y la recompensa que reciben, no solo en términos económicos, sino en la satisfacción de sentirse valorados.
La historia está llena de ejemplos de personas que siguieron su pasión y, aunque al principio no pareciera rentable, encontraron el éxito precisamente porque amaban lo que hacían. Pensemos en Vincent van Gogh, quien en vida prácticamente no vendió sus cuadros y vivió con dificultad, pero pintó con una pasión que hoy inspira al mundo. O recordemos el ejemplo de J.K. Rowling, quien escribió Harry Potter en una situación económica muy difícil, abrazando una actividad con escasas posibilidadaes de generar un ingreso decoroso, pero lo hizo porque amaba contar esa historia, y al final su pasión la llevó a un éxito inimaginable.
En un mundo tan convulso como en el que vivimos, con la sombra de la Inteligencia Artificial acechando muchos de los empleos actuales, los caprichos arancelarios del vecino del norte, los golpes de timón de los mercados cada vez más inconformes y consumidores más exigentes, la exitinción de ciertos oficios será inevitable.
Así que, tanto para las juventudes en busca de profesión como para quienes serán forzados a cambiar el giro de su empleo, aprovechen la oportunidad para encontrar la actividad que les haga sentir plenos, y cuando se hace lo que se ama, con pasión y con energía, el ingreso llegará por añadidura.
El mejor empleo, el empleo consentido, es el que le da sentido a nuestras vidas. Porque la verdadera riqueza está en disfrutar cada día de lo que hacen. Eso, al final, vale más que cualquier cheque de nómina.



