Espectáculos

‘Iñárritu, una persona muy intuitiva’: Gustavo Sánchez Parra

Gustavo Sánchez Parra venía del teatro cuando audicionó para ser parte de Amores perros, de Alejandro González Iñárritu, hace 25 años. El director le permitió construir al Jarocho en más de una ocasión hasta llegar a este personaje de barrio, que hoy vemos en la pantalla, y que marcó el debut cinematográfico de muchos profesionales de la industria.

La experiencia de este proceso creativo tan largo y poco habitual en el cine fue compartida por el actor mexicano en el encuentro magistral Amores perros, 25 años de una historia que marcó al mundo, realizada en el Centro Universitario de la Costa (Cucosta), de la Universidad de Guadalajara, en el marco de la 67 edición de los Premios Ariel.

 

 

 

Es grandioso ver una película que sigue moviendo a la gente, que sigue moviendo masas y este estreno próximo habla de ello. 25 años parece fácil, pero que una película sobreviva al tiempo es muy difícil”, dijo Sánchez Parra acerca del filme que tendrá un reestreno global masterizado en salas a partir del 9 de octubre y estará disponible en MUBI el 24 de octubre, con contenido exclusivo.

El actor de 58 años recordó que Alejandro González Iñárritu era muy intuitivo.

 

Imagen intermedia

En la charla también estuvo Carlos Hidalgo y Francisco González Compeán.

En un principio cuando yo hice el primer casting, le gustó y me llamó para un callback. Marco Pérez le estaba ayudando a Alejandro en ese entonces, porque todavía Gael (García Bernal) estaba en Londres.

Me acuerdo mucho de ese callback, porque me dijo: ‘tú hablas muy claro, muy perfecto, pero este personaje tiene un caló, es de la calle, tendría que hablar de cierta manera. Tu pronunciación es correcta, ¿qué me propones?’ y hacerlo en el casting.

Yo dentro de mi ignorancia de cómo se hace el cine, porque venía preparado del teatro, acababa de terminar, llevaba creo que un año fuera de mi carrera, cuando me dijo ‘¿lo puedes hacer?’, le dije: ‘sí, pero va a sonar a cliché, si quieres que le ponga un acento, digamos, un caló de gente de la calle, va a sonar forzado’. Se me quedó viendo como curioso y me dice: ‘¿qué necesitas entonces?’. Practicar, ir a investigar cómo se habla. ‘Bueno, nos vemos la próxima semana’. Y me dio otro callback”, relató el ganador del Ariel 2001, a Mejor Actor de Cuadro, justo por Amores perros.

Volvió con una propuesta más sólida, pero, aunque Iñárritu le dijo que irían por el mismo camino, le pidió que integrara un tic nervioso.

Nuevamente Sánchez Parra le pidió tiempo.

Le dije: ‘Necesito ver de dónde viene todo eso, porque si le pongo un tic, puedo hacer esto (cierto movimiento con los hombros), pero no va con el personaje’. Necesitaba pensar qué tipo de tic tendría un personaje así. Entonces me dio otra semana para investigar. Me puse a pensar en qué mundo vivía este personaje, qué podía ser. Metí ciertos tics y dije ‘a ver qué escoge’.

Pensé que en el mundo del personaje, seguro se metía cosas (drogas), pero no quería agarrarme la nariz ni raspármela ni nada. Entonces, nada más lo hice como una molestia en la nariz. Empecé a jugar con eso. Luego dije: ‘voy a tener un diente de oro’, hay que mostrarlo. Empecé a jugar con la lengua. Así llegué a la siguiente sesión con él. Era una persona muy intuitiva.

Hoy, después de saber cómo se hacía el cine, dije: ‘¿por qué me permitió tanto?’. A la primera me hubiera corrido, pero él confiaba mucho en su intuición y yo creo que se dejó llevar, en ese sentido, en toda la película. Esa intuición se nota y el saber llegar a cada actor. No es una persona que le habla igual a todos”, precisó.

Sánchez Parra se pintó el cabello de rubio y se ejercitó para físicamente lograr la fortaleza de un hombre que carga perros y los lanza a pelear.

Soy una persona muy tranquila, muy poco social, casi no hablo, pero al ver la dimensión del personaje, me pidieron ciertas cosas. Me dijeron: ‘va a ir tatuado, en algunas escenas sin camisa, necesitamos que se vea más’.

Me acuerdo mucho cuando fui a pintarme el pelo que llevaba una gorra. Cuando me vi en el espejo, guardé la gorra y dije: ‘no, a este personaje le gusta que lo vean, por eso se pone el pelo amarillo, vamos a ver qué se siente’.

Salí así a la calle y sí era una sensación rara. Me fui acostumbrando a ese look y empecé a trabajar la presencia. Empecé a hacer ejercicio, me ponía camisetas apretadas y a veces jugaba torpemente con eso, retaba a la gente. Iba caminando por la calle con toda la agilidad y la gente se hacía a un lado. Me daba la vuelta. O luego me les quedaba viendo y no me sostenían la mirada. Dije: ‘está funcionando’. Esas pequeñas cositas empecé a jugar para el personaje, que yo no tenía y me ayudó muchísimo. Y tuve el tiempo para hacerlo”, concluyó.

PARA SABER: Recientemente se lanzó el libro Amores perros, de Mack Books, y el 5 de octubre se abrirá Sueño Perro: Instalación Celuloide de Alejandro G. Iñárritu en LagoAlgo, en la CDMX.

 

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