Arteritis de células gigantes: inflamación silenciosa que puede causar ceguera

La arteritis de células gigantes (ACG) es una inflamación de las arterias craneales —especialmente de las sienes— capaz de provocar una pérdida repentina e indolora de la visión.
Esta enfermedad compromete el flujo sanguíneo hacia el nervio óptico y otros tejidos vitales del cráneo, lo que la convierte en una emergencia médica.
¿Qué es la arteritis de células gigantes y a quién afecta?
De acuerdo con la American Academy of Ophthalmology, se trata de una inflamación de los vasos sanguíneos que reduce el flujo de sangre al cerebro, los ojos y el rostro, afectando principalmente a personas mayores de 50 años.
En México y en poblaciones con ascendencia europea, su prevalencia es mayor. Se observa con más frecuencia en mujeres y personas de origen nórdico, y está vinculada con mecanismos autoinmunes.
¿Cómo puede causar ceguera?
La ACG suele provocar neuropatía óptica isquémica anterior (NOI) cuando el nervio óptico deja de recibir suficiente irrigación sanguínea. Esto genera un daño permanente y pérdida súbita de la visión, casi siempre sin dolor. Se trata de una de las complicaciones más graves y temidas de esta enfermedad.

Síntomas comunes que no debes ignorar
Aunque algunos síntomas pueden parecer leves, requieren atención inmediata:
- Dolores de cabeza intensos, sobre todo en la zona de las sienes.
- Sensibilidad al tocar el cuero cabelludo.
- Dolor en la mandíbula al masticar.
- Fatiga, fiebre o pérdida de peso sin causa aparente.
- Rigidez muscular en cuello, hombros o cadera (la polimialgia reumática aparece en hasta el 50 % de los casos).
Diagnóstico oportuno: clave para evitar daños irreversibles
Para confirmar la ACG, los médicos recurren a distintas pruebas:
- Evaluación clínica: revisión de las arterias temporales para detectar sensibilidad, disminución del pulso o endurecimiento.
- Análisis de sangre: búsqueda de marcadores inflamatorios como la velocidad de eritrosedimentación (VES) y la proteína C reactiva (PCR).
- Estudios de imagen: resonancia magnética y ecografía doppler, que permiten observar el flujo sanguíneo en tiempo real.
- Biopsia de arteria temporal: considerada la prueba definitiva, identifica la inflamación característica con células gigantes.

Tratamientos eficaces y seguimiento continuo
El tratamiento rápido es crucial para evitar la pérdida visual permanente:
- Corticosteroides en dosis altas (como la prednisona) se administran en cuanto se sospecha el diagnóstico, incluso antes de la biopsia.
- Tocilizumab, un fármaco biológico aprobado por la FDA, ha mostrado eficacia como terapia complementaria o en casos resistentes.
- Aspirina en dosis bajas puede añadirse en ciertos pacientes para reducir complicaciones vasculares.
La terapia suele prolongarse entre uno y dos años, con seguimiento médico estricto para ajustar dosis y prevenir efectos secundarios como osteoporosis o hipertensión.
La arteritis de células gigantes es una enfermedad grave pero tratable. Su principal amenaza es la pérdida visual súbita, pero un diagnóstico temprano y tratamiento oportuno pueden evitar consecuencias irreversibles.
Si presentas dolor persistente en las sienes, cambios visuales repentinos o síntomas asociados, acude de inmediato a un especialista.