Salud

Brenda y Berenice, tatuadoras que ayudan a “cerrar el ciclo” de sobrevivientes de cáncer de mama

La tinta en la piel pone un punto final al ciclo que se vivió, lo que se enfrentó y luchó. Al menos así lo ven algunas mujeres sobrevivientes de cáncer de mama o mujeres violentadas que se hacen un tatuaje estético reconstructivo de pezón y areola, aunque cada historia es distinta.

Berenice Vallejo y Brenda Toski son dos mujeres de la Ciudad de México que se dedican a realizar tatuajes estéticos reconstructivos, principalmente de mujeres sobreviviente de cáncer de mama.

Berenice es sobreviviente de cáncer de mama y tiene un tatuaje estético que se hizo poco tiempo después de que terminó su tratamiento. Hoy lo realiza en otras mujeres a quienes aconseja que hagan lo que quieran para ellas y por ellas, no para otra persona.

Brenda Toski solo ha estado cerca del cáncer por las historias de quienes acuden a su estudio y ha sido un proceso fuerte. Ella atiende también a mujeres violentadas y personas trans. 

Ambas tatuadoras de sobrevivientes de cáncer de mama coinciden en mandar como mensaje el no sentirse presionadas por nadie ya que existe mucha violencia después de una mastectomía por estereotipos físicos. 

En 2022, 23 mil 790 mujeres fueron diagnosticadas con cáncer de mama en México y 7 mil 838 murieron, de acuerdo con los datos más recientes del Inegi.

Tres grupos de edad concentran el mayor número de muertes: de 65 años y más, con 3 mil 34 casos (38.9 %); de 55 a 64 años con mil 991 casos (25.5 %) y de 45 a 54, con mil 718 casos (22%).

Foto: Laconic Studio© Proporcionado por Animal Político

Berenice Vallejo, de sobreviviente a tatuadora de mujeres con cáncer de mama

Hace 14 años, Berenice Vallejo comenzó con su proyecto: un estudio de tatuajes. Ella estudió Diseño Gráfico y decidió, junto a un socio, iniciar a tatuar. Pero tres meses después fue diagnosticada con cáncer de mama y durante el año y medio después estuvo inmersa en su tratamiento. Primero tumor terapia, luego radiaciones, una mastectomía radical y después la reconstrucción de su mama.

Bere fue atendida en el Instituto Nacional de Cancerología y de ahí en el Hospital General Dr. Manuel Gea González, donde le recomendaron que la reconstrucción fuera una microcirugía, proceso que consiste en tomar una parte de piel con grasa y colocarla en la mama: “Yo no era candidata a implantes porque se podía abrir el tejido y por ello optamos por la microcirugía”.

Para cuando superó todo su tratamiento ya tenía varios tatuajes y fue su médico, Eric Santamaría, quien le sugirió hacer su primer tatuaje estético reconstructivo.

“Yo no sabía de qué iba eso, hasta que él me empezó a explicar y la primera persona con la que lo hicimos fue conmigo. Hizo su over-design y primero lo hizo mi equipo de trabajo porque yo estaba muy mal emocionalmente para hacerlo y al poco tiempo ya lo tuve que hacer”.

Con 12 años de experiencia, Berenice cuenta que las mujeres sobrevivientes a quienes tatúa son de referencia médica, es decir, médicos que la conocen le refieren a las pacientes y ella analiza si su piel es adecuada y apta para ser tatuada.

“Hay gente que tiene cirugías muy aparatosas, que tiene cicatrización queloide o hipertrófica, que su piel todavía está muy sensible para ser tatuada, no importando el tiempo que haya pasado entre la última cirugía y cuando lo vayamos a tatuar”.

Y para eso se ha involucrado con otras ramas como la plástica y estética, incluso la fisioterapia para analizar si las mujeres sobrevivientes tienen fibrosis, cómo está la piel y si pueden hacer terapia para mejorar esas condiciones.

Berenice Vallejo. Foto: María José González© Proporcionado por Animal Político

Lo humano y la empatía, más allá de lo estético 

Más allá de la parte estética y gráfica, el aprendizaje del tatuaje estético reconstructivo a Berenice Vallejo le ha dejado lo humano y la empatía, entender que a quienes tatúa son mujeres con un proceso médico detrás que involucra “no verte completa”.

A través de los años, Bere ha confirmado el impacto que un tatuaje estético reconstructivo tienen en las sobrevivientes de cáncer de mama: “es muy grande porque ellas no saben qué esperar, en realidad la mayoría vienen por instrucción médica y el pensamiento es de ya querer acabar el proceso. Entonces, por ejemplo, yo tatúo ambas mamas, no importa que la otra esté bien, sino para que se vean de forma simétrica, lo más simétrica posible, en coloración, en forma”.

“Y tras un tatuaje estético reconstructivo el cambio es muy considerable a nivel físico, emocional y mental”, labor que puede ayudar a más personas, es decir, tatuajes estéticos reconstructivos a personas con alguna cicatriz o quemadura.

Al considerar los beneficios en las mujeres sobrevivientes y que es la parte final del proceso, podría ser considerado un servicio más del Estado, como las medicinas y el mismo tratamiento médico para estas pacientes, de acuerdo con Bere, esto sería “lo ideal”.

“Yo fui una paciente que estuvo apoyada por el Seguro Popular y ya cuando me dijeron que estaba libre de cáncer, el proceso no termina, quedan las cuestiones emocional, mental, física y tú no te puedes desenvolver en la sociedad de manera normal. Mucha gente no regresa a trabajar, le cuesta mucho trabajo desenvolverse con las personas, entonces es una afectación social y sí debería de tomarse como parte de un tratamiento integral”.

Foto: María José González© Proporcionado por Animal Político

El tatuaje estético reconstructivo como aportación a la sociedad 

Actualmente, Berenice realiza una maestría en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM investigando la aportación de las artes a la ciencia, en su caso, a la medicina desde la parte psicológica, cirugía plástica y estética, hasta la antropológica: ¿de qué manera el tatuaje estético reconstructivo repercute en la sociedad?

Para ella es una aportación: “mi aportación más grande no está sobre el tatuaje, sino sobre mi historia y lo que es mi voz. Sobre cómo te puedes reconstruir, cómo te ves derrumbado, destruido, como si fueras una ciudad bombardeada, y con esos pedazos, cómo empiezas a trabajar. ¿Qué es lo que quedó de mí? ¿O qué era lo que había antes de mí? Para poder reconstruirte”.

Bere explicó que, como cualquier otro tatuaje, éste cambia. Por meses estuvo pensando en hacerse otra cirugía y retocarse pero decidió que no, que después de 14 años ya no quería y está bien con su propio cuerpo.

“Estuve en muchas terapias con mucho trabajo personal, mental, emocional, para ahorita decir frente al espejo me gusta lo que veo y pienso ¿quiero hacerme esto para mi o porque en algún momento alguien más lo pueda ver? Me importa más como me siento, cómo me veo yo conmigo y si yo me acepto, pues es más cómodo que la otra persona te acepte”.

Berenice se dio cuenta, después de tantos años de reconstrucción, de su trabajo personal y considera que aceptarse tal y cómo está es la culminación de todo su proceso, además de ayudarla para decirle a las mujeres sobrevivientes que acuden con ella para un tatuaje que hagan lo que ellas quieran para ellas, no para un tercero.

Estudio Berenice Vallejo. Foto: María José González© Proporcionado por Animal Político

“No sólo es un tatuaje, es el cierre de una historia”: Brenda Toski

A través de la tinta, Brenda Toski contribuye a poner punto final a una historia de sobrevivientes de cáncer y mujeres violentadas. Para ella, los tatuajes reconstructivos como el de pezón y areola tienen un valor agregado que es el cierre de un ciclo, o al menos así se lo han compartido quienes han acudido a su estudio.

Unos de los casos que más le ha impactado como tatuadora es el de una mujer de 35 años que perdió la areola y el pezón luego de que su exnovio la pateara de una forma muy violenta en los senos.

La mujer llegó con muchas cicatrices y tras un proceso de reconstrucción y ser dada de alta médica acudió con Brenda para que le realizara un tatuaje reconstructivo. “En las sesiones me cuentan su historia, ella lloró muchísimo, yo me aguanté, pero cuando llegué a mi casa también lloré, no podía creer el nivel de violencia”.

Dos días después del tatuaje, la chica le agradeció y le escribió: “no se me va a olvidar lo que me pasó, pero sé que ya quedó atrás, puedo mirarme al espejo”.

Foto: Laconic Studio© Proporcionado por Animal Político

El tatuaje estético reconstructivo es una decisión personal 

Toski es diseñadora gráfica y comenzó a hacer tatuajes desde la universidad. Para realizar los reconstructivos ha tenido que estudiar y documentarse sobre el cáncer de mama, la mastectomía, los procesos médicos a su alrededor, las quimioterapias, cicatrización y practicar en pieles sintéticas.

Brenda cuenta que puede hacer un tatuaje de pezón y areola luego de que pasaron al menos nueve meses de su última cirugía, cuando la piel y los tejidos se encuentran en condiciones óptimas para aceptar la tinta.

Cuando le solicitan un tatuaje reconstructivo generalmente la contactan por Instagram. Ella les pide a las sobrevivientes de cáncer o de violencia que le cuenten su historia, cuantas cirugías tuvieron e información médica, así como una foto, si no tienen alguna o se le dificulta tomársela hacen una cita para que Brenda pueda verlas.

Algo que a Brenda le gusta destacar es que no es necesario que las mujeres pasen por un tatuaje reconstructivo, más bien es una decisión personal, “para quien lo quiera, para quien sienta que lo necesita”.

“Que las personas lo hagan por ellas, no por la sociedad, porque las obligan o por presión, ni por cumplir con estándares de belleza”, aconseja.

Para ella es increíble como el tatuaje evolucionó y se han quitado los tabúes y su mala fama. Con los tatuajes reconstructivos −replicar la areola y el pezón− “se les regresa una parte de su cuerpo por así decirlo. No se les va a olvidar lo que les pasó, pero saben que ya terminó y es muy gratificante”.

En entrevista, recuerda el caso de una mujer de 80 años que le pidió un tatuaje reconstructivo. “Me dijo ‘este tatuaje solamente me lo voy a ver yo. Nadie más. Es para mí, yo me lo quiero ver cuando me meto a bañar, cundo me quito la ropa quiero verme con ese tatuaje”.

Tatuaje Brenda Tosky. Foto: Laconic Studio© Proporcionado por Animal Político

Una de sus clientas más jóvenes decidió hacerse un tatuaje reconstructivo en forma de corazón. Otra lo hizo por su hija pequeña quien la cuestionaba cuando se bañaban juntas “porque no tenía nada”.

La diseñadora empezó a hacer tatuajes de pezones y areolas en 2018 y trata que sus sesiones sean terapéuticas, les pone música, luz tenue, les da su tiempo. A veces se queda el miedo y en ocasiones Brenda piensa que a ella le puede dar cáncer de mama, por lo que también acude a terapias.

Las sesiones para realizar un tatuaje dependen del estado de la piel, pero pueden necesitarse hasta cinco. Cada sesión dura de dos a tres horas.

El proceso toma su tiempo ya que hay que elegir el tamaño, el color, la tinta exacta, y por lo regular, las mujeres sobrevivientes de cáncer no buscan una estética perfecta, sino que sus pezones y areolas queden lo más parecido posible a como estaban previo a cirugía. 

Brenda también hace tatuajes de las glándulas de Montgomery, aquellos puntitos que se encuentran en las areolas, alrededor de los pezones. Miden milímetros y hay que hacer un trabajo muy delicado, sombrear y a su vez darle luz, e ir despacio, suavecito para que quede un trabajo lo más realista posible.

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