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¿Para qué sirve la musicoterapia? Así ayuda a la salud mental y física

La musicoterapia profesional puede aliviar ansiedad, depresión, dolor y más

¿Escuchar música por placer puede ser terapéutico? Sí. ¿Es musicoterapia? No necesariamente. Esa es una de las primeras distinciones que establece Juan Carlos Camarena, musicoterapeuta con más de 15 años de experiencia en México.

A diferencia de poner tu playlist favorita para relajarte, la musicoterapia profesional se realiza bajo objetivos clínicos definidos, con acompañamiento experto y metodologías validadas.

“La musicoterapia es una transdisciplina”, explica Camarena en entrevista. “Combina psicología, medicina y elementos musicales para trabajar en distintos ámbitos: desde salud mental hasta rehabilitación física, pasando por educación, justicia social y cuidados paliativos”.

No es psicología con música: es mucho más amplia

Mientras que las corrientes tradicionales de psicoterapia —como la cognitivo-conductual, el psicoanálisis o la gestalt— trabajan desde marcos psicológicos específicos, la musicoterapia puede adaptarse e integrarse a todos ellos.

De hecho, se usa tanto en contextos individuales como colectivos, clínicos o comunitarios, hospitalarios o educativos.

En el caso de la psicoterapia, por ejemplo, una sesión puede implicar la improvisación musical con instrumentos, la composición de canciones, o la escucha activa de piezas seleccionadas en función de la biografía del paciente.

“Hay estilos analíticos que pueden leer tu estado emocional a partir de cómo improvisas; los humanistas, en cambio, se enfocan en crear vínculos a través de la música”, cuenta Camarena.

 

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¿Qué condiciones trata la musicoterapia con respaldo científico?

La evidencia sobre los beneficios de la musicoterapia ha crecido en las últimas décadas. Camarena menciona que los metaanálisis de la Biblioteca Cochrane —referente en medicina basada en evidencia— respaldan su uso en casos como:

  • Ansiedad y depresión
  • Trastornos neurocognitivos como el Alzheimer
  • Reducción del dolor en pacientes hospitalizados
  • Rehabilitación física tras accidentes cerebrovasculares
  • Apoyo emocional en contextos de trauma o duelo

“La música genera respuestas fisiológicas: cambia nuestra frecuencia cardiaca, activa el sistema inmunológico, libera cortisol y melatonina, despierta emociones”, explica. “Pero no es solo poner música: es cómo, cuándo, con qué técnica y en qué contexto se utiliza”.

¿Cómo es una sesión profesional?

Camarena propone imaginar la musicoterapia como un triángulo: en un vértice está la música, en otro el usuario o paciente, y en el tercero el profesional.

Si uno de estos falta —por ejemplo, si escuchas música sin acompañamiento clínico— no puede considerarse musicoterapia.

Las sesiones pueden ser muy distintas según el objetivo. En psicoterapia, puede trabajarse la autoestima a través de la creación de canciones.

En hospitales, puede usarse el ritmo para estimular el movimiento: “Una persona con daño neurológico que no podía caminar de forma fluida puede mejorar hasta 20% su velocidad al incorporar ritmo musical con ejercicios terapéuticos”, cuenta.

La música ayuda a generar redes de apoyo. Tras el sismo de 2017 en México, Camarena y otros colegas intervinieron en albergues con músicos profesionales.

“Al tocar música que resonaba con la experiencia emocional de las personas, se detonó el vínculo entre ellas y se generó contacto emocional en medio del trauma”.

¿Se elige cualquier música? No. Todo parte de la biografía

Una de las tareas más delicadas de la musicoterapia es la selección de las piezas. “Una canción puede tener efectos muy distintos en cada persona, dependiendo de su historia personal”, advierte Camarena.

“Una canción que parece alegre puede detonar tensión si estuvo presente en momentos difíciles de la vida del usuario”.

Por eso, la mayoría de modelos clínicos evita usar música grabada al azar. En sesiones individuales, se exploran los gustos musicales del paciente y se construye un “botiquín musical” personalizado. En grupos, se requieren más recursos para estandarizar la experiencia: la voz del terapeuta, visuales, ejercicios corporales.

De terapia alternativa a disciplina con impacto social

La musicoterapia aún es percibida por muchos como una práctica alternativa, pero el campo profesional está en crecimiento. En países como Argentina, España y Estados Unidos existen licenciaturas, maestrías y doctorados. En México, aunque aún no hay formación universitaria oficial, ya existe una Asociación de Musicoterapeutas y una comunidad profesional activa.

“La musicoterapia tiene un enfoque antipatriarcal”, concluye Camarena. “Valora los vínculos, la experiencia comunitaria, y pone al usuario en el centro como persona, no como diagnóstico. Es una forma artesanal y poderosa de acompañar procesos de salud”.

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