Espectáculos

Me mataron 3 veces : huérfanos por feminicidios se hacen escuchar

En México, 11 mujeres son asesinadas diariamente

Ésta cifra representa más de cuatro mil feminicidios al año, delito que está tipificado en los códigos penales de los 32 estados del país y que repercute más allá de la víctima y el victimario: los hijos de estas mujeres, quienes se convierten en huérfanos y cuya problemática no se había contemplado.

 

Se comienza por hablarlo y por escribirlo. Quiero agradecer a aquellos que toman el periódico y lo leen para conocer e inmiscuirse en esta incógnita de qué es lo que sucede con las y los hijos de las mujeres que son asesinadas de manera violenta, que está tipificado como feminicidio, y creo que, y debo reconocer, que en estos tiempos ya se está hablando.

Estamos en el mes del aniversario luctuoso del feminicidio de mi mamá, se cumplieron 19 años de que ella fue asesinada. El primer apoyo que recibimos fue una canasta con atunes y sopas y una despensa, eso fue todo el apoyo que dio el gobierno de aquel tiempo para que tres niños enfrentaran la orfandad”, explicó Angélica Navarro Arroyo, una de los tres hermanos que comparten su historia en el documental Me mataron 3 veces, con el cual es una forma de hacer conciencia de esta situación.

 

Según estadísticas de organizaciones como el Inmujeres, de las 11 mujeres que mueren diariamente por motivos de género, por lo menos la mitad son madres y tienen entre uno y dos hijos, lo cual hace que la cifra de orfandad por feminicidio crezca de manera exponencial cada año, y son esas ‘víctimas invisibles’ las que necesitan del apoyo para poder dirigir su vida de la mejor forma porque la manera en la que impacta el crimen en sus vidas se vuelve permanente.

Hoy ya se vive diferente. Tener la oportunidad de hablar de esto quiere decir que estamos en tiempos de cambio. Quiero reconocer esa parte, y sí ha habido acciones del actual gobierno, no obstante, el camino es tan largo que asusta.

Siempre he pensado que nunca se deja de ser huérfano y te va a acompañar toda la vida, pero tiene repercusiones fuertes porque acá afuera se te mide igual que al de a lado, ese es un error que tenemos en la forma en la que nos manejamos como sociedad. Te van a medir igual que el que tiene mucho o muy poquito. Eso es una brecha y hay un montón de desigualdad de género, económica y educación, y es lo difícil de esta parte, pero no se ve, por eso es muy importante alzar la voz. Y es muy difícil hacerlo. El 58% de las veces son familiares los que asesinan a las mujeres”, apuntó.

Angie tenía 16 años, mientras que sus hermanos Beto y Rodrigo tenían 12 y cinco, respectivamente, cuando su papá cometió el feminicidio de su mamá, dejando a los tres chicos desamparados, por lo que tuvieron que ser separados y colocados en diferentes casas.

 

Cuando es tu papá y es a tu mamá a la que asesinan estás en una encrucijada muy compleja, porque la acción inmediata es ‘vamos a odiarlos’. A mí me dijeron ‘si vas a ver alguna vez a tu papá olvídate del apoyo de esta familia’, pero es el papá. Todavía tenemos esta imagen Hollywoodense del feminicida, el que va lleno de sangre y con armas, y la verdad es que no es así, el feminicida se ve perfectamente normal, como el padre, el hermano, el director, el del Uber, (etc).

Es mucho más profundo el problema, es una cirugía que debe de ser hecha a la sociedad con mucho cuidado, muy adentro y con mucho riesgo, y todos tendríamos que participar para hacer un cambio. Hay que empujar para que los niños y niñas indirectos de feminicidio tengan derechos a largo plazo: acceso a la salud para siempre, sobre todo la mental. Pero lo ideal sería que no hubiera feminicidios, porque ésta es una consecuencia de ése problema”, apuntó Angie.

Para los hermanos Navarro Arroyo, el camino no ha sido sencillo. Han sido años de trabajar en lo que les sucedió, en lo que vieron, en gestionarlo y entenderlo. Su salud psicológica se vio afectada. Llegaron a tener pensamientos suicidas, sin embargo, en la búsqueda de justicia (que el hecho de que su padre esté en la cárcel es justicia para su mamá, no para ellos) han reflexionado que la justicia es posible en la medida en la que puedan hacer algo para que niños, niñas y adolescentes no vivan lo mismo que ellos.

 

Desde una posición muy personal tengo que agradecer la formación escolar que tuve por parte del Estado, en donde no puedo dejar de decir que hubo muchas carencias, pero, por lo menos, sí pude acceder a ella y este documental se convirtió en una forma de devolverle al Estado un poco de lo que me dio y hacer visible aquello que me faltó. Es un despertar. Estamos aquí y es nuestro momento de hablar.

 

(Se necesita) un trabajo armónico entre generaciones, porque toda generación nueva es criticada. Es verdad y también son polémicas las formas de protesta, no obstante, el foco de atención no debe quedarse ahí, sino en los problemas que tienen que ser atendidos y la forma en la que como sociedad y comunidad lo debemos hacer”, compartió Rodrigo, de 23 años, al culminar la proyección.

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