Salud

Por qué la colitis “nerviosa” puede ser un error de diagnóstico peligroso

Durante años, molestias como diarrea recurrente, dolor abdominal, distensión o incluso sangrado rectal se han explicado con un diagnóstico aparentemente sencillo: colitis nerviosa. El término —muy arraigado en la cultura médica y popular en México— suele utilizarse para agrupar síntomas gastrointestinales persistentes sin una causa orgánica clara.

Especialistas advierten que este diagnóstico genérico puede convertirse en un riesgo serio para muchos pacientes, al retrasar la identificación de enfermedades inflamatorias intestinales como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn.

 

 

 

El problema no es solo el nombre, sino todo lo que viene después. Cuando un paciente recibe un diagnóstico erróneo, puede pasar meses o incluso años sin el tratamiento adecuado, mientras la enfermedad sigue avanzando en silencio”, advierte el doctor Jorge de León Rendón, gastroenterólogo especialista en enfermedad inflamatoria intestinal (EII).

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Síntomas similares, enfermedades muy distintas

Uno de los principales retos diagnósticos es que los síntomas iniciales de la EII suelen confundirse con otros padecimientos gastrointestinales frecuentes.

Diarrea, dolor abdominal, gases o malestar general pueden aparecer tanto en el síndrome de intestino irritable, infecciones gastrointestinales o gastritis, como en la colitis ulcerosa o el Crohn”, explica el especialista.

La diferencia clave es que, mientras el intestino irritable no produce inflamación estructural ni daño progresivo, la EII sí implica un proceso inflamatorio crónico. En el caso de la colitis ulcerosa, la inflamación afecta la capa interna del colon; en la enfermedad de Crohn, puede comprometer todas las capas del intestino e incluso cualquier tramo del tubo digestivo, desde la boca hasta el ano.

A pesar de ello, en la práctica clínica el médico de primer contacto suele optar por el diagnóstico más común y benigno. Medicamentos como bromuro de pinaverio, omeprazol, antibióticos o antiparasitarios se prescriben sin estudios profundos, y el paciente entra en un ciclo de tratamiento que no resuelve el problema de fondo.

 

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Diagnósticos erróneos y retrasos prolongados

Datos obtenidos en clínicas especializadas en enfermedad inflamatoria intestinal muestran la magnitud del problema. De acuerdo con el doctor Jorge De León Rendón, los pacientes con EII suelen visitar entre dos y tres hospitales antes de llegar con un especialista, y alrededor del 70% recibe inicialmente un diagnóstico incorrecto.

Lo más frecuente es que se les diga que tienen colitis nerviosa, síndrome de intestino irritable, una infección gastrointestinal o, cuando hay sangrado, hemorroides”, señala. “Esto retrasa el diagnóstico real y expone al paciente a tratamientos innecesarios que no solo no ayudan, sino que pueden empeorar el curso de la enfermedad”.

Este retraso no es menor. Sin tratamiento adecuado, la inflamación intestinal continúa activa y puede generar complicaciones graves, como hospitalizaciones frecuentes, cirugías, estenosis intestinales o un mayor riesgo de cáncer colorrectal.

 

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Las “banderas rojas” que no deben ignorarse

Para evitar confusiones, los especialistas identifican una serie de señales de alarma que obligan a estudiar al paciente con mayor profundidad y descartar un diagnóstico funcional como la colitis nerviosa.

Entre las principales banderas rojas se encuentran:

  • Diarrea persistente por más de cuatro semanas
  • Sangrado rectal
  • Dolor abdominal acompañado de fiebre
  • Pérdida de peso involuntaria
  • Edad mayor a 45 años

Un paciente con estas características no debe recibir un diagnóstico simplificado. No podemos asumir que todo es colitis nerviosa sin haber hecho estudios complementarios”.

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Estudios clave para distinguir la enfermedad

Cuando existe sospecha de una enfermedad inflamatoria intestinal, el abordaje diagnóstico debe ser integral. Esto incluye análisis de sangre para detectar anemia o marcadores de inflamación como la proteína C reactiva, así como estudios de heces, en particular la calprotectina fecal, un marcador sensible de inflamación intestinal.

Sin embargo, el diagnóstico definitivo requiere una colonoscopia, procedimiento que permite observar directamente el estado del colon, tomar biopsias y obtener un respaldo histopatológico. “No se puede diagnosticar una enfermedad inflamatoria intestinal con un solo dato”, explica el especialista. “Siempre se necesita integrar criterios clínicos, bioquímicos, endoscópicos e histológicos”.

El riesgo de normalizar los síntomas

Uno de los factores que más contribuyen al error diagnóstico es la normalización de los malestares digestivos. Muchos pacientes se acostumbran a vivir con síntomas persistentes y solo buscan atención cuando el cuadro se vuelve incapacitante. Para entonces, la enfermedad puede llevar años de evolución.

El mensaje es claro: no toda colitis es nerviosa. Persistir con tratamientos sin respuesta debe ser una señal para replantear el diagnóstico. Reconocer a tiempo la enfermedad inflamatoria intestinal puede cambiar por completo el pronóstico y la calidad de vida del paciente”.

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