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Navidad en memoria de quienes ya partieron de este mundo
Reflexión desde la perspectiva y sentir de quién ya perdió a un ser querido

Por: Gabriela Perez Ojeda / Coahuila Hoy
#CoahuilaHoy La Navidad es una época que ilumina las calles y llena los hogares de risas, pero su luz a menudo proyecta sombras de la ausencia. Para muchos, estas fechas no solo celebran el nacimiento de la esperanza, sino que también actúan como un espejo melancólico, recordándonos con fuerza a aquellos que ya no se sientan a nuestra mesa.
Es un momento de dualidad: la alegría del reencuentro familiar choca con el dolor sordo de las sillas vacías. El villancico más alegre puede volverse un eco de una voz que se apagó.
En el brillo de cada adorno, en el aroma del pino y en el calor de los abrazos, se cuela el recuerdo de quienes partieron.
Pero la profundidad de la Navidad reside precisamente en esa capacidad de trascender la presencia física.
Nos enseña que el amor no se mide en años vividos, sino en la huella imborrable que dejan las personas en nuestras almas.
Quienes amamos y ya no están físicamente, permanecen en la tradición que compartimos, en la receta familiar que preparamos, y en la historia que contamos.
Más allá del bullicio y los regalos, la Navidad nos invita a creer en la continuidad del espíritu.
Nos ofrece la paz de saber que el amor perdura, inquebrantable ante la barrera de la vida y la muerte. Encender una vela en su memoria no es un acto de tristeza, sino un faro que ilumina la conexión eterna, demostrando que siguen siendo parte de nuestra historia, nuestra luz y nuestra Navidad.
Ellos no están ausentes; están presentes de una forma diferente, habitando en el espacio sagrado de la memoria y en la promesa de un reencuentro que va más allá del tiempo
Navidad es una época que
ilumina las calles y llena los
ilumina las calles y llena los



