Palestina, entre lo simbólico y lo legítimo; sin territorio ni gobierno
Los reconocimientos al Estado palestino son un golpe a Israel, pero no cambia mucho en el marco del derecho internacional ni la realidad en Gaza, según especialistas

Tras casi dos años de guerra en Gaza, el pueblo palestino recibió una luz de esperanza con el reconocimiento del Estado de Palestina por parte de más países en la 80 Asamblea General de la ONU, aunque parece sólo una muestra de solidaridad internacional.
Al menos 151 de los 193 países miembros de Naciones Unidas reconocen ahora el Estado palestino.
El reconocimiento del Estado palestino –autoproclamado en 1988 por dirigentes palestinos en el exilio– llega en medio del conflicto entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza, y mientras sigue la ocupación de Cisjordania.
El reconocimiento de un Estado está “a medio camino entre lo político y lo jurídico”, explica Romain Le Boeuf, académico de la Universidad de Aix-Marsella, a AFP. “Estamos ante una subjetividad casi total”.
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Argelia fue el primer país, el 15 de noviembre de 1988, en reconocer al Estado palestino, justo después de su autoproclamación en Argel por parte del líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat.
La guerra en Gaza ha dado lugar a una nueva serie de reconocimientos, principalmente en Europa.
El reconocimiento no crea el Estado, del mismo modo que la ausencia de reconocimiento no impide que el Estado exista”, indica Le Boeuf.
LOS CRITERIOS PARA LA CONDICIÓN DE RECONOCIMIENTO DE UN ESTADO
Según la Convención de Montevideo de 1933, hay cuatro criterios para la condición de Estado: una población, un territorio, un gobierno independiente y relaciones internacionales.
Para el pueblo palestino, su territorio consta de la Franja de Gaza, Cisjordania y el este de Jerusalén, pero debido a la ocupación del ejército israelí y de asentamientos judíos, su presencia ha disminuido.
Igual de inestable es su gobierno. Desde el conflicto de 2007 entre Hamás y Fatah (principal facción de la OLP), Gaza ha sido gobernada por el movimiento militar y Cisjordania por la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Aunque haya una población palestina de 5.2 millones –en pequeños y separados territorios– y la ANP mantenga relaciones diplomáticas con otros Estados, sin un territorio y un gobierno definidos, es difícil identificar lo que se entiende como Palestina.
El reconocimiento del Estado sólo implica que cada vez más gobiernos identifican a la ANP como un par, por lo que pueden mantener relaciones diplomáticas normales, abrir embajadas y establecer formas de cooperación entre ambos.
Sé que para muchos el reconocimiento parece sólo simbólico”, escribió el abogado y profesor franco-británico Philippe Sands en el diario The New York Times. “Pero en realidad ponen a Palestina e Israel en igualdad en cuanto a su trato bajo el derecho internacional”, argumentó.
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“RECONOCIMIENTO ES PURA PALABRERÍA”
Sin embargo, para el periodista israelí Gideon Levy “el reconocimiento es pura palabrería” y esto no detendrá el genocidio, “que no se parará sin medidas punitivas de la comunidad internacional”, escribió en el periódico Haaretz.
Algunos países firmantes de la Declaración de Nueva York, en julio pasado, ya advierten que revisarían tratados y lazos comerciales con Israel si persiste en su ofensiva en la Franja de Gaza.
Sin embargo, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu insiste en que “jamás habrá un Estado palestino”, argumentando que eso pondría en peligro la existencia del pueblo judío y manteniéndose firme en su plan de conquista de Gaza y Cisjordania.
Netanyahu además cuenta con el respaldo del presidente estadunidense Donald Trump. Estados Unidos tiene derecho a veto en la ONU sobre cualquier reconocimiento de un Estado palestino.
Los Estados occidentales adoptan gestos simbólicos, mientras que a los palestinos no les queda ni justicia ni condición de Estado, sólo una brecha cada vez mayor entre la realidad vivida y la actuación internacional”, argumentó Inés Abdel Razek, directora de incidencia política del Instituto Palestino para la Diplomacia Pública, en un texto para el centro de estudios palestino Al Shabaka.