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Mujeres dan luz a migrantes embarazadas; “un curita para la crisis humanitaria”

Provenientes de Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Haití, Venezuela, Colombia, Afganistán, Ucrania, El Congo, embarazadas han encontrado en otras mujeres organizadas una mano de alivio.

Son esfuerzos que actualmente se extienden a migrantes mexicanas que salieron huyendo de la violencia en Guerrero, Michoacán y Oaxaca.

Son organizaciones que acumulan conocimiento y testimonios de dolor de madres que vieron morir a sus hijos en la selva del Darién, pero también de fortaleza de otras que consiguen construir su autonomía económica fuera de un albergue.

Somos un curita para la crisis humanitaria que enfrentamos”, afirma Ximena Rojas.

Un paliativo sí, frente a heridas que de otra manera podrían agravarse.

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Foto: Especial.

Extranjeras enfrentan maternidad a la deriva

Cada año, al menos 7 mil migrantes de más de cien nacionalidades transitan o se instalan en México mientras viven su embarazo y el nacimiento de su hijo, sorteando el miedo a ser expulsadas y las dificultades de acceder a servicios de salud.

La partera Ximena Rojas, la activista Lulú Barrera del Fondo Semillas y Martha Valenzuela, de la organización Centro 32, comparten con Excélsior sus experiencias en la tarea de visibilizar y atender las necesidades de las madres que migran, como se llama el programa en el que ahora confluyen sus esfuerzos.

Directora ejecutiva de la Asociación Partería y Medicinas Ancestrales, en Tijuana, Baja California, Ximena lleva en su corazón el pesar de momentos en que la vida de la madre o el bebé perdieron la batalla, pero también la satisfacción de ser parte del parto de centenares de mujeres cuyos hijos nacieron aquí y quienes, sin el apoyo de la red en la que participa, habrían quedado a la deriva.

La sala de mi casa se convirtió en la sala de nacimientos para las que eran buenas candidatas de bajo riesgo y empezar a hacer publicidad y, con periodicazos, y diferentes movimientos, explicar lo que estaba pasando. Pasamos de anunciar situaciones en Facebook a hacer incidencia, demandas, quejas y, pues, llevo en mi corazón que desafortunadamente algunas de las familias que encontré, que necesitaban una cesárea, bebés que estaban presentando estrés fetal, a pesar de que hice esfuerzos y todo, no fueron admitidos a tiempo y fallecieron”, cuenta la activista que cursó estudios de Medicina y optó por la partería.

Martha Valenzuela relata de los aprendizajes que han sacudido a Centro 32 desde el Bebé Bus, un espacio que buscando difundir buenas pautas de crianza y tranquilidad a las madres migrantes, ha recopilado el duro testimonio de la maternidad en condiciones adversas, en la etapa que va del nacimiento de sus hijos a los dos años.

Nos dimos cuenta de que la intervención tenía que cambiar, ya no tanto quedarse en hablar de la crianza respetuosa, es decir de lo que tenemos que hacer y lo que no se tiene que hacer como mamás, porque no queríamos generar más sensación de culpabilidad. Y, si bien, nuestro punto siempre va a ser las primeras infancias, empezamos a incluir a las maternidades”, describe.

Lulú Barrera lanza un SOS para que, antes de que concluya 2025, ciudadanos se sumen para alcanzar la meta de medio millón de pesos que se han propuesto alcanzar para seguir financiando las iniciativas que desde la sociedad civil acompañan a migrantes en la gestación y en los primeros dos años de vida de sus niños.

Independientemente del recrudecimiento en la política migratoria, también ha habido un recorte muy importante a los recursos para apoyar a las organizaciones que están en el terreno, dando la atención que el Estado no da. Y, por eso, para nosotras, esta campaña Madres que migran es muy importante para que podamos seguir movilizando colectivamente recursos, para que ellas puedan seguir haciendo ese trabajo, en la línea de frente, que hacen todos los días”, sostiene la codirectora del Fondo Semillas.

Son impulsoras de servicios de salud mental y salud reproductiva para mujeres y niños que se encuentran, mayoritariamente, en situación de encierro, es decir, de paso en México, pero sin posibilidades de llegar hasta el destino esperado ni de volver a su país de origen, de donde salieron huyendo por diversas razones.

Sus testimonios dan cuenta de las violaciones a los derechos humanos que esta población afronta, sea por su estatus migratorio, la discriminación por esa condición, color de piel y, en varios casos, por la imposibilidad de comunicarse porque hablan una lengua diferente al español, creole o maya.

Pero no sólo se trata de embarazadas y madres de Haití y Guatemala, sino también de mexicanas que han migrado a diversos puntos de la República, desplazadas del crimen organizado.

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Foto: Especial.

Recaudan fondos para fortalecer la atención

“Somos un fondo feminista en México que apoyamos a grupos como el de Ximena y Martha que están en el territorio y que nos han compartido la gran necesidad que existe de atención a las mujeres que atraviesan el país y están viviendo embarazos y no pueden acceder a servicios de salud”, cuenta Lulú Barrera, codirectora del Fondo Semillas.

Para esas organizaciones que han fortalecido sus capacidades de atención y que ofrecen sus servicios de manera gratuita, el Fondo lanzó la campaña que lleva ya dos semanas para recaudar medio millón de pesos y donantes permanentes que se comprometan con estas causas.

Cuando le restan dos semanas a este esfuerzo colectivo, Lulú Barrera habla de la necesidad de que la sociedad mexicana se sensibilice ante la situación de mujeres que, al migrar, no encuentran las condiciones económicas para pagar por servicios de salud.

Son organizaciones, describe, que están sobreponiéndose a una crisis de financiamiento para el tema migratorio.

En Fondos Semillas queremos construir una masa crítica de personas que esté dispuesta a unirse en solidaridad para sostener este apoyo que ellas dan. Tenemos una meta de recaudar 500 mil pesos al final diciembre para que podamos seguir sosteniendo este apoyo al trabajo que ellas hacen”.

Fondo Semillas nos invita a entrar a su página web donde encontraremos el enlace de la campaña. Madres que migran y hacer donaciones en línea. “Esperamos y preferimos que haya una suscripción a donativos recurrentes, es decir, que haya personas que quieran sostener este trabajo de manera mensual, con una aportación que va desde los 300 pesos hasta la cantidad que cada quién desee, con un cargo que se hace mensualmente. También pueden ser donaciones de una sola vez y todo esto se puede hacer a través de nuestra página web”.

Los recursos son para sostener el Bebé Bus, donde en sesiones de 50 minutos hasta siete madres con sus niños menores de dos años encuentran un espacio para descansar, jugar, salir de la tensión del albergue donde afrontan el llamado estrés parental, el sentimiento de estar en falta en la crianza de hijos sujetos a reglas estrictas que, de ser desacatadas, pueden generar la salida de la familia, como la de guardar silencio a determinas horas, mientras los niños pequeños gritan o lloran.

Actualmente apoyamos más de 200 organizaciones de mujeres en todo el país, entre ellas organizaciones como Centro 32 y Parterías Ancestrales que atienden a mujeres migrantes en las fronteras; y a otras organizaciones relacionadas con la crisis migratoria en México, y que están en albergues, refugios. Los donativos nos ayudan como a sostener este apoyo”.

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Ximena Rojas, directora ejecutiva de la Asociación Partería y Medicinas Ancestrales, en Tijuana, Baja California.Foto: Especial.

“Soñamos con más espacios para sanar”

En la garita de Tijuana, el cruce más visitado del mundo, durante el verano de 2016, Ximena Rojas se convirtió en partera de las mujeres migrantes y defensora de sus derechos humanos.

Atendió a embarazadas que venían de Haití, del Congo, de Centroamérica y que “aunque estuvieran ya pariendo, sangrando o sufriendo un aborto, no podían entrar a un hospital”.

Aunque conservan algunos apoyos como el de la Fundación Semillas, que les ha permitido dar 7 mil consultas este año y atender 40 partos, la directora de la Asociación Partería y Medicinas Ancestrales relata que 2025 ha sido uno de los años más difíciles para las personas migrantes que vieron frustradas sus aspiraciones de asilo y de cruzar a EU.

Testigo del shock y del dolor por la separación de las familias, falta de comida y de ayudas que dejaron de llegar a los albergues y a las organizaciones que las acompañaban, Ximena es parte de una red de servicios de salud sexual y reproductiva en la que se combinan la atención clínica con la medicina tradicional para nacimientos y la sanación de mujeres violentadas.

Ahí, médicas y parteras conviven con expertas en baños de plantas y terapias contra el trauma, incluyendo los abrazos del rebozo mexicano.

Nos toca acompañar el duelo de familias que vieron morir a sus hijos en el camino. Y sufrir con ellas la negativa del gobierno a darles los certificados de nacimiento. Las autoridades vienen de vez en cuando a tomarse la foto y a decirnos que qué lindo nuestro trabajo, pero no hemos sido reconocidas como las proveedoras de la salud, al frente de la comunidad”.

Narra que, ahora mismo, el Hospital General de Tijuana se encuentra cerrado por adecuaciones y la demanda para la Asociación aumenta.

Se duele de la discriminación que viven los haitianos. “Tuvimos pacientes de Ucrania. Vimos cómo el sistema (migratorio de EU) funciona cuando los solicitantes son güeros y las cruzaban pronto si estaban embarazadas, mientras había personas de color, en espera por meses”.

Señala que el INM y los elementos de seguridad que ahora frenan el paso hacia Estados Unidos maltratanintimidan, extorsionan. “Están tratando de ser como la migra de Estados Unidos; a los cubanos les hacen cosas horribles”.

De manera que, ahora, las migrantes en gestación sufren más estrés y demandan más servicios de salud. “Nosotros hemos atendido a personas de más de 150 países diferentes, algunos por consultas básicas en momentos de crisis, muchos casos con respuesta del trauma por las violencias que han sufrido y que se traducen en trastornos digestivos, dolor de cabeza permanente, insomnio”, cuenta la partera con estudios en la UNAM y la Universidad de Utah.

Las parteras reciben pacientes que se enteran en Haití de sus servicios desde antes de llegar a México. “Soñamos con más espacios para sanar, con más espacios de paz”.

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Foto: Especial.

Bebé Bus transporta paz para pequeños y sus madres en movilidad

Aún en medio de la pandemia de covid, con las fronteras cerradas, la ola migratoria de entonces trajo consigo una novedad: la creciente presencia de niñas y niños y de embarazadas que, en la espera de llegar al destino planeado, vieron nacer a sus hijos en territorio mexicano.

Y al darse cuenta de que los programas de asistencia para quienes venían de diferentes países de América Latina, mayoritariamente, en esas caravanas iban sólo dirigidos a la edad escolar, activistas de derechos humanos, como Martha Valenzuela, construyeron una opción para las llamadas primeras infancias que crecían en condiciones imprevistas en los brazos de sus padres y hermanos.

Así, con financiamiento de Unicef, surge en 2021 la iniciativa del Bebé Bus, una unidad móvil que impulsa Centro 32, organización con experiencia en este modelo de atención y que ya operaba la clínica de salud mental que llegaba hasta las comunidades.

Comenzamos a diseñar el Bebé Bus con apoyo de Pila, organización que ahora se llama Nido, y creamos esta intervención, dándonos cuenta en el primer año que su impacto era evidente y favorable para los niños, a los que hacíamos un seguimiento”, relata.

Martha y sus compañeras se sienten contentas cuando esta unidad móvil se vuelve un espacio tranquilo, adecuado para el juego y confortable para los recién nacidos y menores de dos años y sus madres, empezando por el clima que ahí se modula de acuerdo con la estación, siempre extrema en el calor o el frío de Tijuana.

“Nos jactamos de que era un espacio seguro y sí, muy bonito, pero sentíamos la barrera de las mamis.

Y pronto comprendimos que nos hacía falta escucharlas. Y fue cuando diseñamos intervenciones especializadas para ellas”.

Centro 32 aprendió que las prácticas de la buena crianza también incluyen el entendimiento del momento que viven las madres cuidadoras, estresadas, atemorizadas, en incertidumbre permanente, cuando se trata de la condición migrante.

La convivencia en la unidad móvil, recuperando las vivencias que el destierro pone en pausa como cantar o darse un tiempo para el arreglo personal, junto con la reflexión colectiva sobre pautas de crianza positivas, ha permitido la construcción de redes de apoyo entre las destinatarias de este programa.

En el balance que Martha comparte, también están las maternidades no deseadas o condiciones de trauma que ameritan una atención psiquiátrica. Pero independientemente de las circunstancias, el objetivo de Bebe Bus cuando se estaciona en un albergue de migrantes es uno: “Hacer comunidad entre las madres de las primeras infancias para que todo pueda funcionar; esa es nuestra regla de oro.

No podemos llegar a dividir, tenemos que unir”.

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