Vacuna contra herpes zóster podría retrasar progresión de la demencia

Durante años, las vacunas han sido estudiadas por su capacidad de prevenir infecciones. Ahora, una de ellas podría tener un efecto inesperado: ralentizar la evolución de la demencia en personas que ya viven con la enfermedad.
Así lo sugiere un análisis reciente publicado en Cell, que abre una posible línea de investigación sobre el impacto de la inmunización en la salud cerebral a largo plazo.
El trabajo, dirigido por doctor Pascal Geldsetzer en Stanford Medicine, se construye sobre evidencia previa publicada en Nature, donde se reportó que la vacuna contra el herpes zóster reduce en un 20% el riesgo de desarrollar demencia durante siete años.
La nueva investigación aporta un hallazgo adicional: entre adultos ya diagnosticados, quienes recibieron esta vacuna mostraron 29.5 puntos porcentuales menos de probabilidad de morir por demencia en un periodo de nueve años, comparados con quienes no fueron inmunizados.
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“Observamos un efecto sobre la probabilidad de morir por demencia incluso en quienes ya tenían la enfermedad”, señaló Geldsetzer a CNN. Esto sugiere que la vacuna podría ofrecer beneficios más allá de la prevención inicial.
Un “experimento natural” que permitió comparar a dos grupos casi idénticos
El estudio aprovechó una política de vacunación implementada en Gales en 2013, cuando la vacuna viva atenuada contra el herpes zóster se ofreció solo a personas de 79 años durante un periodo de un año.
Quienes tenían 80 años o más quedaron excluidos de forma permanente. Esta diferencia estricta por edad permitió crear dos cohortes similares, separadas únicamente por su elegibilidad.
Los investigadores analizaron los registros de salud de más de 282 mil adultos galeses y detectaron que el grupo vacunado también tuvo una reducción de 3.1 puntos porcentuales en el riesgo de ser diagnosticado con deterioro cognitivo leve en los siguientes nueve años. El efecto fue más pronunciado en mujeres.
¿Por qué una vacuna contra el herpes zóster tendría impacto en la demencia?
Aunque los resultados son consistentes en distintos países —el equipo replicó el análisis en bases de datos de Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda y Canadá—, los mecanismos biológicos no están completamente definidos.
Una hipótesis se relaciona con la inflamación. Después de una infección por varicela, el virus varicela-zóster permanece latente en el sistema nervioso y puede reactivarse en la edad adulta como herpes zóster.
Algunos investigadores han sugerido que esta reactivación podría contribuir a procesos inflamatorios de bajo grado asociados al deterioro neurológico.
Otra posibilidad es que la vacuna fortalezca la respuesta inmunitaria general del organismo, reduciendo episodios inflamatorios que podrían acelerar la progresión de la demencia.
¿Aplica también para la vacuna actual, Shingrix?
El estudio se centró en Zostavax, la vacuna de virus vivo que se utilizaba en 2013 y que ha sido reemplazada en la mayoría de los países por Shingrix, una vacuna recombinante.
Especialistas externos, como el neurólogo Joel Salinas (NYU Langone), señalan que los resultados no pueden extrapolarse de forma automática a Shingrix. Sin embargo, un análisis independiente publicado en Nature Medicine en 2024 encontró que Shingrix podría ofrecer una protección incluso mayor contra el desarrollo de demencia.
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Próximos pasos: un ensayo clínico para confirmar la relación
Dado que los análisis observacionales no pueden establecer causalidad directa, el equipo de Stanford busca financiamiento para un ensayo controlado aleatorizado que permita probar con precisión el efecto terapéutico de la vacuna en personas con diagnóstico de demencia.
Por ahora, los hallazgos abren una discusión en salud pública: la posibilidad de que una vacuna ya disponible y utilizada de manera rutinaria tenga un impacto adicional en una de las enfermedades neurodegenerativas con mayor carga social y económica.
bgpa



