¿Por qué cuesta tanto quitar la grasa abdominal? (y qué la hace peligrosa)

A veces la “panza” parece tener voluntad propia: bajas de peso, haces ejercicio, te cuidas… y, aun así, la cintura se resiste, esa sensación no es rara ni significa que estés haciendo todo mal.
El abdomen es una zona donde el cuerpo tiende a guardar energía por razones biológicas muy específicas, y donde influyen factores que van más allá de la comida: estrés, sueño, hormonas y metabolismo.
Entender qué hay detrás de esa grasa que se queda —y qué señales da el cuerpo cuando ya representa un riesgo— cambia la conversación de la culpa a la salud, y ayuda a tomar decisiones más efectivas y realistas.
:quality(75)//media/inside-the-note/pictures/2025/12/02/por-que-es-complicado-quitar-la-grasa-abdominal_2.jpg)
¿Qué es la grasa abdominal?
La grasa abdominal no es un solo tipo de grasa, en la zona del vientre conviven dos capas distintas y eso explica por qué a veces se siente “dura” o por qué cuesta tanto desplazarla.
Por un lado está la grasa subcutánea, la que se acumula justo debajo de la piel; es más blanda y se puede pellizcar. Por otro lado está la grasa visceral, que se almacena más profundo, alrededor de órganos como el hígado, el páncreas y el intestino.
Esa suele localizarse en la parte superior del abdomen y no es fácil de percibir al tacto porque queda “escondida” debajo de los músculos abdominales.
La diferencia importa porque la grasa visceral no es pasiva. Hoy se sabe que funciona como un tejido metabólicamente activo: produce sustancias inflamatorias y señales hormonales que afectan el azúcar en sangre, los lípidos y la presión arterial.
:quality(75)//media/inside-the-note/pictures/2025/12/02/por-que-es-complicado-quitar-la-grasa-abdominal.jpg)
¿Por qué se considera peligrosa la grasa abdominal?
No solo ocupa espacio, también modifica el funcionamiento del cuerpo. Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition (AJCN) subrayó que la circunferencia de cintura es un marcador directo de grasa abdominal y se relaciona con mayor riesgo cardiometabólico, incluso en personas con un índice de masa corporal (IMC) “normal”.
El mismo estudio menciona que una acumulación alta de grasa visceral se asocia con mayor probabilidad de desarrollar enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión, alteraciones del colesterol, hígado graso y algunos tipos de cáncer.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) mantiene como umbral de alto riesgo una cintura mayor a 88 cm en mujeres y 102 cm en hombres, cifras que siguen utilizándose en investigación reciente por su capacidad predictiva.
El principal motivo de preocupación médica no es la “pancita” en sí, sino lo que puede traer consigo: el síndrome metabólico, un conjunto de condiciones que incluye obesidad central, presión alta, triglicéridos elevados, alteraciones de glucosa y colesterol bajo “bueno”. Cuando varias de estas piezas se juntan, el riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes crece de manera importante.
:quality(75)//media/inside-the-note/pictures/2025/12/02/por-que-es-complicado-quitar-la-grasa-abdominal_3.jpg)
¿Por qué es tan difícil quitar la grasa abdominal?
Los especialistas de AJNC sugiere que esto ocurre por una mezcla de biología y estilo de vida.
Cortisol, estrés y sueño corto
Cuando el estrés es constante, el cuerpo produce más cortisol, una hormona diseñada para ayudarnos a reaccionar ante el peligro. El problema es que, en la vida moderna, ese “peligro” puede ser el tráfico, la carga laboral o la ansiedad cotidiana, y entonces el cortisol permanece alto durante semanas o meses.
Con niveles elevados de cortisol, el organismo tiende a guardar energía en forma de grasa visceral, como si estuviera preparándose para una emergencia eterna.
Dormir poco empeora todo. Un ensayo de Diabetes Care por la Universidad de Columbia mostró que recortar el sueño alrededor de 90 minutos por noche durante seis semanas redujo la sensibilidad a la insulina, incluso sin cambios grandes en el peso.
La falta de sueño vuelve al cuerpo más propenso a almacenar grasa, especialmente en el abdomen.
Resistencia a la insulina
La resistencia a la insulina no es solo un concepto clínico para hablar de diabetes; es una pieza central del rompecabezas de la grasa abdominal. Cuando las células se vuelven menos sensibles a la insulina, el cuerpo produce más para mantener el azúcar estable.
Ese exceso favorece el almacenamiento de grasa en la zona central y alimenta un círculo vicioso: más grasa visceral, lleva a más resistencia a la insulina, con más grasa en la cintura.
Frontiers in Endocrinology documenta que la cantidad de grasa visceral se asocia con alteraciones en secreción y sensibilidad a la insulina, independientemente del IMC y de la grasa subcutánea.
Por eso, dietas altas en azúcar añadida, bebidas endulzadas y ultraprocesados pueden mantener la cintura “encendida” aunque la persona sienta que no come demasiado: lo que importa no es solo la cantidad, sino el impacto metabólico.
Edad, hormonas y genética
A partir de los 40 o 50 años hay un cambio fisiológico natural: se pierde masa muscular, baja el gasto energético en reposo y se redistribuye la grasa hacia el abdomen.
En mujeres, la menopausia juega un papel importante porque la disminución de estrógenos modifica la forma en que el cuerpo guarda grasa, privilegiando la cintura por encima de caderas o muslos.
En hombres también ocurre una redistribución gradual asociada con cambios hormonales y pérdida de músculo. La genética completa el cuadro: hay personas con predisposición a almacenar grasa en abdomen aun sin obesidad general.
No existe “quema localizada”
Este es el mito que más genera desesperanza. El cuerpo no elige “de dónde” baja grasa primero. Hacer abdominales fortalece el músculo, mejora postura y puede ayudar a que el abdomen se vea más firme, pero no derrite la grasa visceral por sí solo. La reducción del vientre ocurre cuando hay una pérdida de grasa total sostenida con hábitos consistentes.
:quality(75)//media/inside-the-note/pictures/2025/12/02/por-que-es-complicado-quitar-la-grasa-abdominal_4.jpg)
¿Cómo identificar si tu grasa abdominal ya es un riesgo?
La herramienta más sencilla es la cinta métrica, la cintura es un dato más útil que la báscula para evaluar obesidad abdominal. El consenso de AJCN insiste en incorporar la circunferencia de cintura como un “signo vital” clínico porque predice riesgo cardiometabólico incluso cuando el peso total no parece alarmante.
Cómo medir bien la cintura
- Ponte de pie, relajado/a.
- Coloca la cinta a la altura del ombligo, entre la última costilla y la cresta de la cadera.
- No metas el abdomen ni infles el pecho.
- Respira normal y toma la medida al final de una exhalación suave.
Qué números importan
- Riesgo alto OMS: >88 cm en mujeres y >102 cm en hombres.
- También sirve la relación cintura–cadera o cintura–estatura, que estudios recientes consideran buenos predictores de hipertensión, diabetes y enfermedad cardiovascular
Los errores que más impiden perder cintura (aunque “comas poco”)
- Dietas extremas y rebote. Bajar muy rápido puede reducir músculo y hacer que el cuerpo defienda más la grasa visceral después.
- Solo cardio, sin fuerza. Sin músculo, el gasto energético baja y la cintura se resiste más.
- Alcohol “invisible”. Aporta calorías líquidas y altera el metabolismo del hígado, favoreciendo depósito abdominal.
- Estrés alto y desvelo crónico. Mantienen activo el circuito cortisol–insulina–grasa visceral.
- Confiar solo en el IMC. La cintura puede aumentar aunque el peso parezca “estable”.
La grasa abdominal, especialmente la visceral, no es un asunto menor: está asociada con mayor riesgo de síndrome metabólico, diabetes, hipertensión y otros problemas cardiometabólicos.
Su dificultad para reducirse no se explica por falta de voluntad, sino por una mezcla de factores biológicos y de estilo de vida, como el estrés crónico, la falta de sueño, la resistencia a la insulina, los cambios hormonales con la edad y el mito de la “quema localizada”.
Por eso, la mejor forma de evaluar el riesgo no es solo la báscula, sino la cintura medida correctamente. Y para disminuirla, la evidencia apunta a un enfoque sostenido: ejercicio aeróbico combinado con fuerza, alimentación equilibrada sin extremos, buen descanso y manejo de estrés. La cintura no baja de un día a otro, pero sí responde cuando el cuerpo recibe señales consistentes de salud.



