Salud

Jugo de naranja podría controlar la presión arterial y calmar la inflamación, estudio

La jugo de naranja podría controlar la presión arterial y calmar la inflamación despierta la esperanza en quien busca salud en un vaso: un simple desayuno puede volverse un acto de cuidado profundo.

Un estudio reciente publicado en la revista Molecular Nutrition & Food Research revela que consumir 500 ml diarios de zumo 100 % naranja durante 60 días modificó la expresión de cientos de genes vinculados con la presión arterial, inflamación y metabolismo.

 

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¿Por qué el jugo de naranja puede ser bueno para la presión arterial?

El beneficio principal se relaciona con compuestos naturales como la hesperidina —un flavonoide presente en la naranja—, que ayudan a relajar las paredes de los vasos sanguíneos y mejorar su elasticidad, lo que favorece una correcta circulación.

Además, el potasio y la vitamina C naturales del zumo contribuyen a equilibrar el efecto del sodio en el organismo, favoreciendo la regulación de la presión.

En ensayos con personas con hipertensión leve o prehipertensión, el consumo diario de 500 ml de zumo de naranja durante semanas produjo una disminución notable en la presión sistólica (entre 6 y 7 mmHg en promedio).

Cómo el zumo de naranja contribuye a calmar la inflamación y la salud vascular

No solo la presión arterial se ve beneficiada. La investigación mostró que tras 60 días de consumo regular, hubo cambios en la expresión génica relacionados con procesos inflamatorios y metabólicos, lo que sugiere una acción antiinflamatoria de la bebida.

Este efecto antiinflamatorio parece mediado por los polifenoles cítricos, que tienen propiedades antioxidantes y pueden reducir el estrés oxidativo, uno de los desencadenantes de inflamación crónica y daño vascular.

También hay datos que indican que el jugo mejora la función endotelial —es decir, la capacidad de los vasos sanguíneos para dilatarse y contraerse adecuadamente— lo cual es clave para mantener una buena presión arterial y prevenir rigidez vascular.

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¿Qué mostró el estudio más reciente sobre consumo diario de zumo de naranja?

El estudio con voluntarios sanos, de entre 21 y 46 años, que consumieron dos vasos de zumo de naranja 100 % diario por 60 días, detectó cambios en la expresión de unos 1,705 genes relacionados con regulación de la presión arterial, inflamación y metabolismo.

Los resultados sugieren que ese hábito simple tiene un “potencial terapéutico” para la salud cardiovascular: mejorar la regulación de la presión, reducir marcadores inflamatorios y modular el metabolismo lipídico.

El impacto no fue idéntico en todos: los efectos parecieron variar según el índice de masa corporal, lo que indica que la respuesta puede ser individual.

 

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¿Qué tan eficaz es comparado con otros métodos de control de presión arterial?

Aunque no sustituye las medidas médicas tradicionales (dieta, ejercicio, control del sodio, medicación si es prescrita), el zumo de naranja puede ser un complemento natural útil para mejorar la salud cardiovascular sin esfuerzo radical: un vaso al día —preferentemente sin azúcar añadida— puede ser un aporte beneficioso.

La clave está en la moderación. Como cualquier bebida azucarada, el exceso de jugo puede incrementar la ingesta calórica, y podría no ser adecuado para personas con diabetes o que requieran control estricto de carbohidratos.

Asimismo, muchos expertos coinciden en que la fruta entera sigue siendo preferible en una dieta equilibrada, pues ofrece más fibra, lo que modula la absorción de azúcares y aporta saciedad. 

El concepto de que un jugo de fruta común —específicamente el zumo de naranja— podría controlar la presión arterial y calmar la inflamación no es un mito sin fundamento, sino una hipótesis con creciente respaldo científico. Los estudios recientes sugieren que, gracias a su contenido en flavonoides y otros compuestos bioactivos, su consumo moderado y regular puede contribuir a la salud cardiovascular.

Sin embargo —y en especial si existen condiciones como hipertensión diagnosticada, diabetes u otras enfermedades crónicas—, este hábito no debe sustituir recomendaciones médicas ni tratamientos, sino sumarse como parte de un estilo de vida saludable, idealmente bajo supervisión profesional.

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