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El día que Goyo Cárdenas fue ovacionado en el Congreso de la Unión

El doctor Barenque, un psiquiatra de renombre, examinó personalmente el caso de Cárdenas: tras inyectarle la sustancia conocida como “el suero de la verdad”

Así salieron a la luz las atrocidades cometidas por “Goyo Cárdenas”, “El chacal”, “La bestia”, o mejor conocido como “El estrangulador de Tacuba”, uno de los feminicidas seriales más atroces que fue invitado a la Cámara de Diputados por una increíble razón.

Aquí se cuenta la historia de un hombre que pasó de ser un estudiante ejemplar a convertirse en una celebridad de la nota roja en México al dejar atrás una condena de más de 30 años por el asesinato de cuatro mujeres.

Gregorio Cárdenas Hernández nació en Tierra Blanca, Veracruz, en 1916, desde muy joven mostró capacidades intelectuales por encima del promedio. Años más tarde, se convirtió en un destacado alumno de la Escuela de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

 

La punta del iceberg

En su etapa como estudiante comenzó a cortejar a una joven de nombre Graciela Arias Ávalos de 21 años de edad, con quien mantenía una relación de amistad. Corrían los primeros días de septiembre de 1942, Graciela y Goyo se encontraban al interior del vehículo de este último tras haber pasado la tarde juntos.

Ahí, en el ambiente de una calle oscura de la ciudad, ambos sostuvieron un momento de disgusto al negarse Graciela a acceder a los impulsos amorosos del joven. Luego del acalorado momento de tensión, Goyo tomó un cordón que llevaba en su vehículo para atacar despiadadamente a Graciela enredándolo alrededor de su cuello hasta verla desvanecerse.

Al percatarse de la escena, se dirigió a su domicilio ubicado en la calle Mar del Norte, en la zona de Tacuba, para enterrar el cuerpo de la mujer en el jardín. Nervioso y alterado, dio pistas del asesinato a un amigo y a su madre; después de darle vueltas al asunto, se internó en un hospital psiquiátrico para tratar de evadir su responsabilidad.

 

Por otro lado, la ausencia de Graciela movilizó a su familia y la policía, quienes emprendieron una búsqueda para tratar de dar con su paradero. Dentro de la investigación se trató de obtener la declaración de Goyo, identificado como uno de sus amigos más frecuentes.

Al entrar a la casa de Mar del Norte se hallaron algunas pertenencias de Graciela, por lo que, su papá, en compañía de la policía se trasladaron al hospital psiquiátrico dirigido por el doctor Oneto Barenque. Intentaron interrogar a Gregorio sin éxito alguno.

 

Se destapó la cloaca

El doctor Barenque, un psiquiatra de renombre, examinó personalmente el caso de Cárdenas: tras inyectarle la sustancia conocida como “el suero de la verdad”, utilizada principalmente para hacer hablar a criminales, el propio Gregorio confesó el estrangulamiento de varias mujeres, todas enterradas en el patio de su casa.

Al llevar a cabo la exhumación de los cuerpos de las víctimas cuyos cuerpos yacían en el domicilio de Mar del Norte, se encontraron los restos de cuatro mujeres, incluidos los de Graciela. Los crímenes cometidos por Goyo entre agosto y septiembre de 1942, se convirtieron en un escándalo mediático, Excélsior informó los detalles del macabro suceso.

“Estudiante monstruo asesina a 4 jovencitas” puede leerse en la portada de esta casa editorial del 08 de septiembre de 1942. “Crímenes solo equiparables con los del terrible Landrú; El troglodita dice que un odio intenso lo orilló a matarlas después de poseerlas”.

 

La captura de Goyo trajo consigo un largo proceso de diligencias que incluyeron exámenes psiquiátricos que buscaban comprender los impulsos criminales del joven, y un amplio debate acerca de su clasificación como criminal o demente, lo que determinaría su destino final para cumplir una condena en prisión o convertirse en paciente de algún centro de salud mental.

El estudiante multifeminicida fue recluido en el manicomio de La Castañeda, inaugurado por Porfirio Díaz en 1910, la institución psiquiátrica gozaba de amplio prestigio gracias a su labor en el tratamiento y cuidado de personas con afecciones psicológicas.

Una larga pena

De acuerdo con el expediente número 27850 perteneciente al fondo Manicomio General del Archivo Histórico de la Secretaría de Salud, consultado por Excélsior para esta investigación, el ingreso del estrangulador serial se dio el 08 de noviembre de 1942.

El mismo informe establece que “se le instituye proceso por los delitos de homicidio en inhumación clandestina”, al tiempo que le fue detectada conducta criminal, además de trastornos mentales, por lo que fue enviado al “Pabellón de Agitados” debido a su alto grado de peligrosidad. El legajo de 239 fojas da cuenta de los diferentes estudios a los que fue sometido el recluido.

Después de cinco años, el estrangulador de Tacuba logró escaparse de La Castañeda, hecho que hizo eco en la opinión pública. El 26 de diciembre de 1947 el criminal veracruzano se fugó de su dormitorio con rumbo desconocido. Casi un mes después fue localizado y recapturado en Oaxaca, donde había cambiado de identidad, bajo el nombre de Alejandro Hernández daba clases a comunidades y se hacía llamar “el iluminado”.

 

A su regreso a la capital fue recluido en la penitenciaría de Lecumberri, una de las prisiones más importantes del país. Permaneció encarcelado durante casi 30 años bajo constante vigilancia, sin embargo, logró hacerse de un prestigio al interior del también llamado “Palacio negro”.

Gracias a sus habilidades intelectuales e interpersonales, comenzó a estudiar Derecho, así como otras disciplinas como arte y pintura; ayudó a otros reos en asuntos jurídicos. Su buena conducta como recluso se coronó al contraer matrimonio con Gerarda Valdés.

Borrón y cuenta nueva

A mediados de 1976, Lecumberri cerró sus puertas como cárcel, el sistema penitenciario del país se renovó y Goyo permaneció unos meses en el recién inaugurado Reclusorio Oriente de la Ciudad de México.

La defensa del feminicida serial logró conseguir la libertad de Cárdenas, por lo que este abandonó el reclusorio los primeros días de septiembre de 1976. Una vez fuera de prisión, Goyo visitó la Basílica de Guadalupe “para orar y pedir perdón” como parte de una promesa pactada con su esposa Gerarda al contraer matrimonio 22 años atrás, según consta en información del Archivo Histórico de Excélsior.

“Siento quietud, tranquilidad en mi espíritu. Los fantasmas de esas mujeres no revolotearán en mi mente”, respondió Goyo ante el mar de preguntas lanzadas a diestra y siniestra por los reporteros que se aglomeraron en las inmediaciones del templo Guadalupano.

 

El 23 del mismo mes, el afamado asesino fue invitado al pleno de la Cámara de Diputados por el secretario de Gobernación en turno, Mario Moya Palencia, para ser presentado como un caso de “exitosa reinserción social”.

Las cuatro víctimas no tuvieron lugar en la exposición hecha por Moya Palencia, quien, con el pretexto de presentar una reforma al artículo 18 constitucional relativa al intercambio de convictos con otros países, exaltó la figura del estrangulador de Tacuba.

 

Cárdenas Hernández permaneció en el palco de honor del Congreso durante la sesión de comparecencia del referido funcionario federal, quien rindió un discurso en el que recalcó el papel del exconvicto como un “ejemplo para los mexicanos”, seguido de una honda ovación de parte de los legisladores presentes en el recinto.

Cuatro años más tarde, el multifeminicida concluyó sus estudios de Derecho en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Aragón, de la UNAM. Se mantuvo alejado de la vida pública y finalmente falleció el 02 de agosto de 1999 a los 83 años de edad en California, Estados Unidos.

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