Un hongo hallado en Egipto podría ser útil en tratamientos contra el cáncer

En un reciente estudio científico publicado en Nature Chemical Biology, se identificó un hongo presente en la tumba de Tutankamón con compuestos bioactivos de interés médico. Investigadores de Francia y Estados Unidos evalúan su potencial terapéutico, especialmente en relación con ciertos tipos de cáncer en la sangre.
El hallazgo no tiene relación con mitos o leyendas, sino con un enfoque riguroso de investigación micológica y farmacológica. Los resultados son preliminares, pero apuntan hacia un posible avance en el desarrollo de tratamientos a base de metabolitos naturales.

¿Qué encontraron los investigadores en la tumba del faraón?
El microorganismo fue aislado durante estudios de conservación realizados en los muros interiores del sepulcro de Tutankamón, ubicado en el Valle de los Reyes. El hongo pertenece al género Aspergillus, conocido por producir compuestos que pueden resultar tóxicos en ciertas condiciones, pero que también poseen propiedades médicas valiosas.
Este tipo de hallazgos no es inusual en contextos arqueológicos donde la humedad, oscuridad y sellado hermético han permitido la conservación de microorganismos por siglos. Lo destacable, en este caso, es el potencial bioactivo detectado en uno de sus metabolitos.

¿Cómo puede este hongo ayudar en la medicina?
Lo que ha despertado el interés de la comunidad científica es que este hongo produce un compuesto que, en pruebas de laboratorio, mostró actividad citotóxica selectiva contra células leucémicas. Esto significa que, con el desarrollo adecuado, podría servir como base para tratamientos más específicos y menos invasivos.
Actualmente, este tipo de investigación forma parte de una tendencia global en oncología conocida como bioprospección microbiana, donde se analizan hongos, bacterias y algas en busca de moléculas útiles para la medicina moderna.

¿Está disponible ya como tratamiento?
No. Los ensayos están en etapas preclínicas, lo que implica que aún deben pasar varios filtros científicos, regulatorios y éticos antes de que pueda desarrollarse un medicamento.
Los investigadores insisten en que este tipo de hallazgos no deben interpretarse como curas milagrosas, sino como líneas de estudio que podrían, en el futuro, complementar las terapias actuales.
Hongos medicinales: una línea de estudio creciente
Este hallazgo se suma a una larga lista de estudios sobre el potencial terapéutico de hongos. Algunas especies —como el reishi, el maitake o el cordyceps— ya son objeto de investigaciones clínicas por su efecto en el sistema inmune, la inflamación y el crecimiento celular anormal.
El interés por hongos antiguos o hallados en condiciones extremas, como cuevas, fondos marinos o contextos arqueológicos, refleja una visión cada vez más amplia de la medicina basada en la naturaleza.
La ciencia continúa descubriendo nuevas posibilidades para tratar enfermedades como el cáncer, y algunas de esas oportunidades podrían provenir de lugares inesperados. Aunque el hongo hallado en la tumba de Tutankamón aún está en fase experimental, su estudio aporta información valiosa al campo de la oncología natural y farmacológica.