Estatal
Un conflicto no tan lejano

La reciente escalada de tensiones entre Israel e Irán ha encendido las alarmas del mundo. A esto se suma la participación militar de Estados Unidos, lo que ha convertido una disputa regional en un foco de atención global. ¿Por qué debería preocuparnos un conflicto tan geográficamente distante desde México? La respuesta es simple: porque vivimos en un mundo interconectado donde la paz —o su ausencia— nunca es ajena.
El inicio de hostilidades abiertas en aquella región, donde China y Rusia observan con cautela, no solo tiene implicaciones militares, sino también económicas y diplomáticas que ya están repercutiendo en el orbe.
México no está exento de sus consecuencias. La primera es económica: el precio del petróleo ha subido. Y aunque México es exportador de crudo, también es un gran importador de gasolina, por lo que los aumentos en los precios internacionales impactan directamente en el bolsillo de los consumidores.
La segunda es financiera. Los mercados globales reaccionan con sensibilidad extrema ante cualquier conflicto armado, y en un mundo donde las economías están interconectadas, la volatilidad no respeta fronteras, se dispara la incertidumbre y se posponen las inversiones.
La tercera es política. No podemos aislarnos ni permanecer indiferentes ante el sufrimiento humano, ni tampoco perder de vista que en un mundo globalizado, la estabilidad de una región puede significar la paz —o el caos— del resto.
Aunque la guerra se libre a miles de kilómetros, sus ondas de choque también llegan a México. Lo que está en juego no solo es el equilibrio de Medio Oriente, sino la capacidad del mundo de mantener la cordura en tiempos de polarización y violencia. Hoy más que nunca, la paz no puede darse por sentada. Hay que defenderla, cultivarla y construirla. Desde todos los frentes.