Salud

¡Alarmante! Estudio detecta sustancias químicas tóxicas en colchones infantiles

Niveles alarmantes de sustancias químicas tóxicas en los colchones infantiles han sido detectados en un reciente estudio que pone en entredicho la seguridad de productos que, irónicamente, deberían ofrecer descanso y protección.

Mientras los padres eligen con esmero el colchón donde dormirán sus hijos, muchos ignoran que ese lugar puede estar impregnado de compuestos sintéticos asociados con enfermedades respiratorias, hormonales e incluso neurológicas.

 

La investigación publicada por la American Chemical Society (ACS) analizó varios colchones infantiles disponibles en el mercado estadounidense y halló que una parte significativa de ellos contenía niveles considerables de compuestos orgánicos volátiles (COVs), retardantes de llama bromados y otros disruptores endocrinos.

El hallazgo es contundente: estos productos, en contacto diario y prolongado con la piel de los niños, representan una amenaza silenciosa.

¿Qué sustancias tóxicas se han detectado en colchones infantiles?

El estudio realizado por la ACS Environmental Science & Technology Letters encontró la presencia de múltiples sustancias potencialmente peligrosas en colchones diseñados para bebés y niños:

  • Retardantes de llama como el TDCIPP y el TCEP, asociados con alteraciones hormonales.
  • Compuestos orgánicos volátiles (COVs), que se liberan lentamente y pueden afectar las vías respiratorias.
  • Plásticos y polímeros tratados con ftalatos, sustancias vinculadas con trastornos del desarrollo neurológico.
  • Formaldehído y otros químicos en espumas viscoelásticas y cubiertas impermeables.

Estos compuestos son especialmente preocupantes en productos para niños, ya que el sistema inmunológico y respiratorio en edad temprana es mucho más vulnerable a la exposición prolongada.

 

¿Por qué los colchones para niños pueden ser un riesgo químico?

Lo alarmante no es solo lo que contienen, sino cómo se exponen los niños a estas sustancias. A diferencia de los adultos, los bebés pasan entre 10 y 16 horas diarias en sus colchones, con contacto directo con la superficie y en ambientes poco ventilados. A esto se suma que respiran más rápido y absorben más por peso corporal.

La exposición continua a estos químicos —incluso en dosis bajas— puede afectar el sistema endocrino, provocar irritaciones en piel y ojos, alterar la calidad del sueño e incrementar el riesgo de asma o sensibilidades químicas en etapas tempranas de vida.

 

¿Qué marcas o materiales presentan mayor nivel de toxicidad?

Aunque el estudio no reveló nombres comerciales específicos, sí encontró que los colchones fabricados con espumas de poliuretano, PVC y tratamientos ignífugos sin certificación segura eran los que mayor concentración de sustancias químicas presentaban. Por el contrario, los productos que contaban con sellos como CertiPUR-US, GOTS (para materiales orgánicos) o Greenguard Gold mostraron menores niveles de compuestos volátiles.

Regulaciones más estrictas en países europeos han comenzado a prohibir algunos retardantes de llama, pero en América Latina y EE. UU., muchos siguen en uso debido a vacíos normativos o presión industrial.

 

¿Cómo elegir un colchón seguro para tu bebé o hijo pequeño?

Elegir un colchón más seguro no solo es posible, sino urgente. Aquí algunas recomendaciones respaldadas por expertos:

  1. Opta por materiales naturales u orgánicos, como algodón sin pesticidas o látex natural.
  2. Verifica que cuente con certificaciones reconocidas (GOTS, OEKO-TEX, CertiPUR-US, Greenguard).
  3. Evita los colchones con tratamientos anti fuego no especificados o cubiertas con olores químicos fuertes.
  4. Ventila el colchón durante al menos una semana antes del primer uso.
  5. No te fíes solo de la etiqueta “para bebés”; investiga las marcas.

 

Los colchones “ecológicos” pueden ser más costosos, pero a largo plazo, el costo de una exposición constante a químicos nocivos podría ser mucho mayor para la salud de tu hijo.

La presencia de sustancias químicas tóxicas en los colchones infantiles nos recuerda que incluso el descanso puede estar contaminado por decisiones industriales mal reguladas. Como adultos, no podemos dormir tranquilos si los más pequeños lo hacen sobre una amenaza invisible. Elegir conscientemente no es alarmismo: es prevención con base científica.

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