Miguel Mateos, pone un toque sinfónico al rock

A sus 70 años de edad, Miguel Mateos arribó al escenario del Teatro Metropólitan con paso firme, entusiasta y con aquella actitud de haber conseguido lo soñado.
Abrió los brazos ante las tres mil personas ahí reunidas, un sold out en este recinto, durante su concierto Miguel Mateos Sinfónico, y recibió una ovación de su gente, sin siquiera haber cantado la primera canción.
Eran las 20:41 horas del jueves y lo primero, como todo un caballero del rock, fue saludar antes de iniciar con la primera rola.
“¡Hola, México!”, lanzó y desgarró la voz con Mi sombra en la pared.
Como era de esperarse, sus seguidores, muchos contemporáneos de su generación y otros más jóvenes, envueltos en chamarras de cuero, se levantaron, bailaron, rockearon y aplaudieron sin parar, hasta que el argentino habló de nuevo.
Ey, ¿cómo va? Hermanas y hermanos, buenas noches. Sentados, por favor. Gracias. Bienvenidos a este sinfónico.
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“Vamos a tocar canciones de distintas épocas. Éste es un tema de la inteligencia artificial”, dijo, ante la incertidumbre de todos.
Y no, no era cierto, pero dejó entonces una reflexión acerca de tal tecnología.
No sé qué opinan ustedes. ¿Creen que la IA llegará a pintar un cuadro como Rembrandt o como la maravillosa Frida Kahlo?”, preguntó y la respuesta de todos fue no, pero él la revisó de inmediato: “Sí, la puta madre la IA”.
¿Creen que hará un día una sinfonía como la de Beethoven o una canción cualquiera de John Lennon? Sí, la va poder hacer. Yo mismo en este momento soy solamente una holografía. Estoy cómodamente sentado en Buenos Aires en un sofá viendo Netflix. Hasta eso un día podremos hacer, lamentablemente.
La canción que viene tiene 40 años y tiene que ver, paradójicamente, con la IA en mis épocas de rock sinfónico. Se llama Un mundo feliz”, explicó ante la segunda canción que era parte de esta inauguración de la velada.
Y es que la tecnología, desde entonces, comenzó a cambiar al mundo, tal como ahora lo hace, aunque quizá no de manera tan marcada en el cotidiano individual.
Es así que tal tema fue un recordatorio para estar en el presente, en el vivo, y cantar juntos en un mismo espacio, más allá de las pantallas.
Sin embargo, luego de unos minutos, los celulares se levantaron para grabar las canciones consentidas de cada escucha y guardarlas como recuerdo de ese momento, tal y como sucedió cuando el compositor pidió un aplauso para la orquesta.
¡Sonó de puta madre, gracias a estos jóvenes mexicanos (músicos) que nos acompañan en esta noche! ¡Un fuerte aplauso!”, solicitó y fue correspondido para después pedir: “No me hagan perder el control, ¿de acuerdo? Hagan cualquier cosa, pero no me hagan perder el control”.
Así llegó, precisamente, Perdiendo el control y, tras ella, una alabanza de la gente para Mateos con un “¡Oe Oe Oe, Miguel, Miguel!”.
La canción siguiente fue de amor, como parte de las canciones románticas de Mateos.
Cuando termine, todas las parejas, no importa el sexo, espero terminen dándose un Beso francés”, destacó para tal interpretación que cantó y tocó al piano.
Durante todo el concierto cambió de un instrumento a otro y el público, sumamente educado, al finalizar cada rola se sentó y volvió a levantarse si la energía desprendida de cada acorde así lo solicitaba.
Miguel Mateos no paró en agradecimientos.
“¡Qué hermoso suena este teatro!
Es un placer, para mí, enorme estar esta noche aquí”, señaló antes de Si tuviéramos alas, que, desde luego, no dejó a nadie sentado, porque la invitación era a “salir, escapar” e ir con el pensamiento “hacia ese lugar”.
Entre la gente, se escuchó un grito furtivo: “¡Estás cabrón, Miguel!”. Y los gritos emocionados coincidieron con tal afirmación.
Enseguida pidió que se tomaran los asientos, porque el sermón iba para largo.
Esta canción quedó fuera del repertorio sinfónico, no sé por qué, pero es una de mis canciones favoritas y habla de la juventud, de estos nuevos talentos mexicanos.
Y es que el amor es la única solución para el dolor. Se llama Hagamos el amor, en versión libre”.
Los ojos se entrecerraron para acompañarlo a cantar, como en un posible sueño.
Al terminar, Mateos confesó que la altura de la capital mexicana le pegó un poco. Lo expresó ante una ligera falta de aire, que no le impidió ver el lado positivo del asunto, pues, dijo: “La Ciudad de México es maravillosa. ¡Me la paso tan bien!”.
Después recordó cómo surgió el tema por venir del repertorio.
En plena dictadura militar en Argentina, en Buenos Aires, había inseguridad. Salir a la calle no se podía en épocas de dictadura y con un poco de pelo largo, así te metían preso.
Hoy hay tanta desigualdad que la delincuencia ha crecido. Pero no es tan difícil (erradicarla). Es un tema que la propia democracia tiene que resolver. Seguimos siendo gatos en la ciudad”, relató y sonó Un gato en la ciudad.
Y sí, tal cual lo dijo Mateos enseguida, con tantas redes y anonimatos, Es tan fácil romper un corazón, que tal tema quedó al hilo en este tiempo de hacer match de pareja en apps, pero que también sucedía aún sin teléfonos portátiles.
Para Llámame si me necesitas, uno de sus clásicos rockeros, los amigos y amigas entre las butacas, las parejas y los padres con sus hijos se reencontraron con la mirada e hicieron un pacto para estar juntos, sin importar la distancia, ante cualquier adversidad: “No lo pienses más / te podré alcanzar / estés donde estés/ llámame, yo estaré”.
El jefe del rock en español relató que la canción siguiente tuvo México como cuna.
¿Cómo la están pasando? La que sigue fue escrita acá (en México), en esta ciudad, algunos años atrás y está dedicada a este pueblo que tanto quiero”. El título fue Atado a un sentimiento, durante la que gritó desde la entrada que él estaba “¡atado a México!”.
La alegría por saber la conexión fue implacable y se manifestó en un coro que resonó en cada lugar y cuya ovación fue generosa.
De Tirá para arriba contó que surgió tras la recuperación de la democracia en su país, la cual fue toda una celebración: “Esta canción es una manifestación a no rendirse jamás”.
Tras un “¡Gracias, México!”, que repitió más de una vez, llegó el momento de otra de esas canciones con las que la gente se puede encontrar en cualquier lugar y así la presentó: “Realmente muchas gracias por todo. Ustedes saben que son mi Obsesión, ¿verdad?”.
La velada estaba a punto de terminar. Pero antes, los agradecimientos al coordinador Gerardo Payán, de la orquesta de jóvenes talentos, entre ella miembros de la Banda Sinfónica del Injuve (Instituto de la Juventud de la Ciudad de México), así como músicos jóvenes de distintas formaciones de la Ciudad de México.
Mateos también agradeció al concertino y violinista Miguel Alonso Alcántara, “padrino de todos los chicos”, y al argentino Edgar Ferrer, quien dirigió la orquesta.
Aplauso enorme a este maravilloso y talentoso grupo joven mexicano”, afirmó Mateos.
Al final tomó una guitarra y tras agradecer a su banda personal, entre ellos su hijo Juanito Mateos, en la guitarra, y Alejandro Mateos, su hermano, en la batería.
Cada vez estoy más fuerte, con más resistencia”, comentó para que empezara a sonar uno de sus más grandes éxitos, Cuando seas grande.
Con un canto monumental y ese cuestionamiento que a todos, cuando eran niños le hicieron, y que hoy hacen a sus hijos como adultos, el concierto dio fin a las 22:03 horas, con un “¡gracias, México!”. O eso parecía.
Lo planeado ya estaba hecho y aunque la orquesta, la banda y Miguel Mateos salieron, los asistentes siguieron ahí, esperando, porque aún era temprano y la experiencia parecía corta.
Así que hubo un encore improvisado. El músico ya no traía el saco, sino una playera más informal y tomó su guitarra, acompañado de su banda personal.
Está fuera de programa, pero vamos a hacerle un intento al rock and roll y tocar algunas canciones. Creo que me puse de chico de la calle”, dijo, haciendo referencia a su nuevo look.
Así que sonó Mal herido, para después repetir Un gato en la ciudad en un ritmo que, desde su perspectiva, es lo más cerca que tiene al reguetón”.
Luego tocó la armónica para el preámbulo de Lola, dedicada contra cualquier tipo de violencia.
Lola tenía 15 años en Ciudad Juárez y era abusada por su padrastro, así que dejó la casa”, relató acerca de la canción, para despertar algunos gritos de “no más” entre las butacas.
Luego de tal momento, agradeció de nuevo a sus seguidores y a las 22:28 horas se despidió glorioso del recinto.
A la salida, la gente se encontró con la banqueta repleta de ambulantes, con gorras, llaveros, playeras y hasta el video del concierto, desalojando el lugar entre las calles del Centro Histórico hacia rumbos distintos, pero con alguna canción en común de Miguel Mateos en la cabeza.