Mónica Baltodano padece el despojo de su pasaporte en el exilio

Ese año, sus hijos dejaron el país centroamericano y desde entonces ha sido testigo del curso que ha tomado su país en contra de los grupos disidentes.
En 2021, hubo grandes redadas, autoridades capturaron a los candidatos a la presidencia.
Amigos, personas cercanas y compañeros de lucha tomamos la decisión de exiliarnos y nos exiliamos hacia Costa Rica”, explicó a Excélsior la exmilitante de la Revolución Sandinista.
Hace nueve meses, la activista se convirtió en una de las 222 personas a las que el orteguismo les quitó el pasaporte y despojó de su nacionalidad.
Yo tenía un pequeño negocio en un modesto hostal. Todo, todo fue expropiado y lo más absurdo y extremo es que nos quitaron nuestras pensiones de jubilación”, explicó como parte de su estancia en Ciudad de México, a donde fue invitada por la Fundación de Estudios Políticos Económicos y Sociales Progresistas (FEPESP), que preside Irán Moreno.
Durante su visita a la capital mexicana, la también exdiputada hizo un llamado a políticos regionales a tomar cartas en el asunto contra un gobierno que mantiene una ofensiva contra prensa, iglesia y defensores de derechos humanos.
Baltodano vive en el exilio, en Costa Rica, con una condición de asilo que le permite viajar al extranjero con un documento especial.
Decidimos que había que seguir luchando y denunciando y de eso se trata nuestra tarea”, sentenció.
— ¿En qué momento el sandinismo se convirtió en lo que vemos actualmente?
— No es unifactorial. Exponerlo implica develar un montón de factores que fueron convergiendo en el control de Ortega. El control caudillesco del Frente Sandinista en su ambición desmedida, tanto de él y luego fortalecido con la figura de su esposa Rosario Murillo. De llegar al gobierno y regresar al poder al costo que fuera y no para empujar un programa transformador, literalmente no tenían programas, claramente no había propuestas, el propósito era llegar y controlar el poder y quedarse ahí.
Eso transcurrió en los años se notó ya a principios de los 90 y ocurrieron las primeras decepciones del Frente Sandinista de figuras que empezaron a ser críticas al liderazgo caudillesco y antidemocrático.
— Después de una historia activa en la política del país, usted es parte de un grupo de personas que perdieron la nacionalidad por una decisión gubernamental.
— Ortega, Murillo y sus cómplices dicen que no somos nicaragüenses. Nosotros somos y seremos siempre nicaragüenses, no aceptamos esa desnacionalización.
Él no tiene ningún poder para desnacionalizarnos porque nos quita el pasaporte, la cédula de identidad o partidas de nacimiento, no podemos hacer trámites. Se nos cerraron las cuentas bancarias, las tarjetas de crédito, ya no está uno en el registro, como que no nacimos ahí.
Pero nosotros los rechazamos y lo repudiamos.
— ¿Qué pide a América Latina en este contexto?
— Ya no queremos que Nicaragua siga perdiendo a sus hijos y sus hijas. Y entonces, nuestro llamado es a la solidaridad internacional, pero claro que nosotros como nicaragüenses tenemos que ser capaces de encontrar las nuevas formas, las nuevas acciones, que nos permitan salir del dictador y la dictadora y recuperar y reemprender el camino democrático e institucional. Sabemos que cuando recuperemos la libertad, cuando recuperemos la democracia política, todo eso va a quedar como parte de un pasado terrible que no generó mucho dolor, con muchas dificultades.