Espectáculos

Teatro de los Insurgentes: 70 años de talento consagrado

El recinto abrió sus puertas por vez primera el 30 de abril de 1953 con Cantinflas en la obra Yo Colón. Tendrá más de un festejo de estas décadas cumplidas a lo largo de este año

El Teatro de los Insurgentes celebra hoy 70 años. El recinto ubicado en Avenida de los Insurgentes Sur 1587, en la colonia San José Insurgentes, fue el albergue de decenas de historias para teatro musical y de cámara. Constancia de ello son las placas que cuelgan en sus paredes, como memoria de aquellas aplaudidas temporadas y aún tiene espacio para las que faltan.

Su escenario fue cómplice del talento de actores como Silvia Pinal, Marga López, Germán Valdés Tin Tan, Amparo Rivelles, Mauricio Garcés, Jacqueline Andere, Julio Alemán, Irán Eory, Enrique Rambal, Carmen Montejo, Nati Mistral, Arturo de Córdova, Héctor Bonilla, Daniela Romo y Susana Zabaleta. También de figuras como Diego Luna, José María
Yazpik, Daniel Giménez Cacho, Luis Gerardo Méndez, Ignacio López Tarso, Eugenio Derbez y Olivia Bucio, entre muchos otros nombres que forman parte de la historia cultural y artística de México.

El recinto construido por el escritor y político José María Dávila, finalizado en 1953 bajo la dirección del arquitecto Alejandro Prieto, se localizaba, en aquel entonces, a las afueras de la Ciudad de México, pues a su alrededor no había más que terrenos y establos. Para la percepción del público de aquella época, era un teatro alejado, “casi a la salida a Cuernavaca”.

Fue el 30 de abril de 1953 cuando el teatro abrió puertas y telones. Como recibimiento a compañías y espectadores, lució en su fachada, desde entonces, el emblemático mural de Diego Rivera, de 46 x 10 metros. En éste, Mario Moreno Cantinflas es una especie de Robin Hood, al centro, aplaudido por la clase social alta, de la que recibe dinero, mientras que, del otro lado, la clase social baja le extiende las manos y el actor reparte lo obtenido.

Tal imagen es además flanqueada por escenas que refieren a dos obras de Rodolfo Usigli. La del lado izquierdo, es Carlota y Maximiliano en Miramar, arropada por imágenes de la Independencia de México, y la obra El gesticulador, del lado derecho, donde se retratan las clases desamparadas y se refiere a la Revolución Mexicana.

Precisamente fue con una obra protagonizada por Cantinflas, Yo Colón, de Alfredo Robledo y Carlos León, dirigida por Ernesto Finance, que el Teatro de los Insurgentes dio su tercera llamada.

Dimitrios Krimbalis es el director operativo del recinto desde hace casi 30 años (abril de 1994), cuando se presentó la obra La mujer del año, con Verónica Castro. En entrevista con Excélsior habló de su experiencia por trabajar en este ámbito.

 

Trabajar aquí es una satisfacción personal y un orgullo. Agradezco mucho que arrancamos esta labor desde 1994, con Tina Galindo, pues formo parte de su equipo. Como antecedente, arrancamos igual, en 1977, el Teatro de la Ciudad, cuando lo adquirió el Gobierno de la Ciudad de México. Ella después se fue a otros cargos y yo estuve prácticamente ahí 11 años. Así que es un orgullo. También he estado en el Instituto Nacional de Bellas Artes, manejando todos los teatros, incluyendo el Palacio.

Me siento orgulloso y privilegiado. Ahora no me interesa cobrar o no, estoy aquí por el gusto de poder estar sirviendo a la cultura, el arte, el entretenimiento y colaborar con todos los que han pasado por aquí, en estos 70 años que cumple el teatro, cuyo propietario es Televisa”, señaló Krimbalis.

Relató que “don Chema”, José María Dávila, autor de la novela El médico y el santero (1947) eligió a Diego Rivera para hacer el mural, porque era su amigo. Además, tal elemento sería un atractivo para que la gente se animara a ir a ese nuevo teatro “tan lejos”, pero que hoy es uno de los encantos de Avenida de los Insurgentes.

Este recinto fue el primero con el que se empezaron a traer a México obras musicales extranjeras famosas, además de hacer las de autores mexicanos. Esto lo destacó de otros escenarios, como el Teatro de la Ciudad o el Fru Fru.

En aquella época, los teatros del centro tenían un as a la mano. Cuando a doña Esperanza (Iris) le iba bien, pues qué maravilla, pero si le iba mal, siempre tenía un estandarte con la Virgen de Guadalupe que sacaba y gritaba con él un ‘¡viva México, viva Nuestra Señora de Guadalupe!’ para que la gente aplaudiera al final de la función”, acotó.

Por eso causó polémica, en la comunidad religiosa y algunos partidos políticos, que en el boceto del mural de Diego Rivera, Cantinflas llevara puesta una medalla de la Virgen de Guadalupe. Luego el elemento se omitió, pero se puso detrás del comediante a la Basílica del Tepeyac”, añadió.

 

MÚLTIPLES CELEBRACIONES

El productor Claudio Carrera reveló que, debido a esta fecha tan representativa por siete décadas de vida del Teatro de los Insurgentes, planean más de un festejo a lo largo de la temporada del musical Mamma Mia!, que se presenta en el recinto.

En vez de celebrarlo un día, creemos que hay que celebrarlo todo el año, porque 70 años es un número importante. Más allá del inmueble, de la sala, del lugar, han pasado una gran cantidad de figuras que conforman su historia. Sería muy poco el tiempo que podríamos dedicarle el día de su cumple (hoy).

Hay que darle su lugar a tanta historia, gente y éxitos; a tantos talentos como actores, escritores, directores, músicos, coreógrafos, escenógrafos, diseñadores de iluminación y audio; todos los técnicos que han participado; a Diego Rivera con su mural espectacular; a don José María Dávila que fue un visionario por haber construido ese teatro ahí.

A Manolo y Fela Fábregas, por haber puesto en el mapa el teatro, cuando nadie lo quería, porque decían que estaba más cerca de Cuernavaca que de la Ciudad de México y que no iría nadie. Ellos se jugaron sus ahorros para montar obras en el Insurgentes, no musicales todavía, porque fueron antes de que Manolo hiciera Mi bella dama en el Palacio de Bellas Artes. Gracias a ellos empezó a figurar este recinto como uno de los más importantes y ya luego Manolo abrió su Teatro Manolo Fábregas y, más tarde, el San Rafael”, destacó Carrera.

Este 30 de abril, el teatro será celebrado con una función de Mamma Mia! a beneficio de una fundación y le cantarán Las Mañanitas, además de ofrecer “una probadita” de lo que vendrá después.

Queremos hacer tres galas importantes. Una dedicada a todos los musicales que hizo Silvia Pinal en el teatro; otra dedicada a Manolo Fábregas, que, aunque nunca hizo musicales aquí, si no es por él y Fela, no habría placas, además de que gracias a ellos se volvió el mejor teatro de México en la década de 1950. Otra gran gala será para celebrar a todos los grandes que han trabajado en este escenario, desde Cantinflas hasta Daniel Giménez Cacho. Esperamos que estas tres fechas se repartan en septiembre, octubre y noviembre. Queremos planearlo muy bien”, detalló.

 

LAS PLACAS, UNA IDEA PARA CONMEMORAR

En la época de su apertura, otro de los teatros abiertos más conocidos era el del Bosque, donde Silvia Pinal presentó Ring Ring, llama el amor. Sin embargo, el Insurgentes comenzó a reconocerse por ser el recinto donde se presentaban las grandes figuras del espectáculo. Además, ahí nació la idea de develar placas por cada cierto número de funciones.

El Teatro de los Insurgentes inspiró a los grandes precursores del teatro musical, como Manolo Fábregas y Silvia Pinal, para traer las obras grandes de Nueva York y Londres a México. Fela Fábregas, esposa de Manolo, un día me contó que su esposo le dijo: ‘Güera, ¿qué hacemos para que cada equis tiempo venga la prensa a ver de nuevo la obra, no sólo en el estreno y refrescarla?’. Así se le ocurrió a Fela hacer la placa del centenario de funciones y así nacieron las placas, una tradición que no existe más que en México. Fue una idea maravillosa, que se trasladó a otros teatros de la República Mexicana. Los inventores fueron Fela y Manolo”, destacó Claudio Carrera.

Es por eso que la placa de Yo Colón fue develada años más tarde a su temporada, pues cuando la obra fue estrenada, aún no se llevaba a cabo el ritual de la develación de placas. La temporada corrió del 30 de abril al 23 de julio de 1953, pero la placa, develada por Arturo de Córdova, data del 8 de agosto de 1968.

Fue en homenaje a Cantinflas, pero no la develaron con él, sino que lo hicieron para que hubiera una placa de él. Las primeras 100, son de las obras de Manolo Fábregas”, agregó el actual productor del recinto.

 

TRAEN MUSICALES EXTRANJEROS A MÉXICO

Silvia Pinal presentó Mame, junto a Evangelina Elizondo, Rogelio Guerra y Raymundo Capetillo, en la década de 1970. A ésta le siguieron muchas más en el recinto con la actriz, como Amor, dolor y lo que traía puesto, que fue la última que
hicieron juntos.

Olivia Bucio y su esposo también trabajaron en este teatro durante alrededor de más de una década, produciendo musicales importantes como Peter Pan, con Manuel El Loco Valdés; A Chorus Line; Calle 42, con Joaquín Cordero; Yo y mi chica, con Julio Alemán; Sugar El fantasma de la ópera, en 1975, una versión de Raúl Astor que se hizo diez antes de que Andrew Lloyd Webber hiciera la suya y que fue protagonizada por Lucía Méndez y Julio Alemán, entre muchos otros títulos.

La historia es interminable. En las placas domina el nombre de David Antón, que diseñó escenografías de tantos musicales y no musicales, una persona que aportó mucho al teatro, junto con el papá de Diego Luna, Alejandro Luna. Fueron dos de los escenógrafos más importantes de México, con el mismo Julio Prieto.

David hacía las réplicas de los musicales, cuando no se usaban en ningún lugar del mundo. Antes vendían los derechos del libreto y la música. Con los años se fue especializando la industria del teatro mundial y los americanos y los ingleses empezaron a vender las réplicas con la escenografía y el vestuario, etcétera, pero eso fue después, prácticamente en la época de Andrew Lloyd Webber.

Sin embargo, antes decían ‘aquí está la obra’ y se iban a Nueva York, para sacar las producciones, para verlas y dibujarlas. No es que se las fusilaran, sino que no existía la forma de la réplica. Eran unos genios. Traían al director o al coreógrafo extranjero, eso sí, pero no existía la tecnología de hoy para que enviaran planos de iluminación o escenografía. Así que le sacaban fotos al vestuario, por ejemplo. Esa gente hizo maravillas, porque lo hacían de manera artesanal”, afirmó Carrera.

 

GRATAS CONEXIONES

El productor de obras como Privacidad, El curioso incidente del perro a la medianoche, Cabaret, La novicia rebeldeTodo sobre mi madre, Sugar Los locos Addams, entre otros títulos en este recinto, relató la conexión del teatro extranjero de grandes producciones con los creativos de México.

En ello tuvo que ver el empresario y productor Robert Bob Lerner, quien fue socio de Silvia Pinal y Manolo Fábregas, y que además era hermano de Alan Jay Lerner, escritor  del libreto y letras del musical Mi bella dama Camelot.

Bob Lerner era empresario y vio la posibilidad de hacer industria en el teatro musical en México. Estaba muy bien conectado en Broadway, por su hermano, quien era uno de los compositores más importantes de la época, así que tenía acceso a muchos de los derechos de las obras. Así Manolo y Silvia fueron haciéndose un lugar en Nueva York, por eso comenzaron a tener acceso a tantas obras importantes. Él era amigo de ambos, porque Manolo produjo Mi bella dama con él.

 

Cuando yo empecé a ir a las juntas a Broadway y Londres, de las primeras obras que compré hace 20 años, todos los agentes me preguntaban por Manolo y por Silvia. Todo eso va de la mano de la historia del Teatro de los Insurgentes”,
apuntó Carrera.

Recientemente los camerinos fueron nombrados como algunos de los talentos más importantes que han pasado por el teatro.

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