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La lucha de un soñador: Víctor Altamirano, de indocumentado a gladiador de UFC

El mexicano Víctor Altamirano encontró en las artes marciales mixtas, su visa para sobresalir en Estados Unidos.

El mexiquense pelea esta noche en San Antonio contra Vinicius. Fotos: Facebook V. Altamirano.

Víctor Altamirano mantiene tan fresco el recuerdo del choque cultural al que fue sometido cuando emigró a Estados Unidos, que podría jurar que ocurrió hace un par de días cuando mucho. A los nueve años de edad, Víctor dejó Tecámac, Estado de México para residir en Denison, Texas, una ciudad con edificios tan altos como nunca antes los había visto y ausente de los característicos sonidos de vendimia que se generan en las calles de la periferia de la capital mexicana.

Durante días, Víctor extrañó el ruido de los carritos de camotes o el de la bocina anunciando tamales, incluso la característica corneta del señor de las tortillas. Sin embargo, por aquel tiempo, no había espacio para la nostalgia, la atención se centraba en una emergencia.

Un extraño accidente que sufrió su padre, Juan Altamirano, colocando cables eléctricos en una construcción al norte del rio Bravo, orilló a que la madre de Víctor solicitara una visa humanitaria para que la familia acompañara a su esposo en el largo proceso de rehabilitación al que sería sometido.

Mis papás querían comprar una casa en donde vivíamos en el Estado de México, entonces mi papá se fue a trabajar a Estados Unidos donde sufrió una caída de dos pisos trabajando. Tuvo que someterse a una cirugía reconstructiva en ambos brazos, los omoplatos y la columna vertebral. Se rompió casi todas las vértebras lumbares y ambos brazos, todos los omóplatos, las manos. Tuvo que estar en el hospital durante meses. No pudo volver. Estuvo en el hospital durante tanto tiempo preparándose para la cirugía, para la terapia que tardó más de lo que había planeado en regresar”, contó Víctor.

Para tratar de adaptarse lo más rápido posible al giro de 180 grados que tomó su vida, Víctor le pidió permiso a sus papás para inscribirse en clases de taekwondo, un deporte que practicó durante un par de meses en México. Sin hablar inglés, el pequeño entendió que las artes marciales mixtas (MMA) serían en ese momento su mejor herramienta para comunicarse.

Ahora con 32 años de edad, el lenguaje con el que Víctor Altamirano se expresa al mundo sigue incluyendo patadas, puñetazos y otras técnicas que utiliza para apoderarse del octágono de UFC.

 

Víctor Altamirano, El Magnífico, como apodan al peleador mexicano, enfrentará esta noche en San Antonio a Vinicius Salvador, en su tercera cartelera dentro de la promotora más importante del mundo en MMA. Aunque la distancia entre Denison y San Antonio son ciudades que se encuentran en el mismo estado (Texas), el viaje de Víctor ha sumado más millas que las que marca el trazado de cualquier aplicación de mapas satelitales.

Como otros cientos de jóvenes, el sueño americano  de Víctor Altamirano se convirtió en una pesadilla.

Víctor Altamirano tocando el chelo.

*La práctica del chelo, le ayuda para enfocarse en su día a día.

En algún momento, las visas de la familia Altamirano expiraron. Debido a los problemas de salud de su padre (que eventualmente remitieron), se tomó la decisión de continuar viviendo en Estados Unidos, aunque fuera de manera ilegal.

Al igual que muchos Dreamers  Víctor no supo que era un inmigrante no autorizado hasta que llegó a la adolescencia.

No podía sacar un permiso de conducir, no podía trabajar con horarios de verano, muchas cosas se volvieron prohibitivas para mí, yo no era igual que el resto”.

Por un largo tiempo, distintas actividades como llenar formularios para la universidad u obtener una beca se cerraron para Víctor hasta que se convirtió en uno de los beneficiarios del programa DACA que ha legalizado a cerca de 800,000 personas que se establecieron en Estados Unidos antes de los 16 años de edad.

Con el permiso para poder pelear, Víctor se convirtió en peleador profesional en 2017 y en febrero de 2021 ganó el campeonato de peso mosca de la LFA, lo que le valió un lugar en la Serie Contender de Dana White. Aprovechó la oportunidad y obtuvo un contrato de UFC con una victoria sobre Carlos Candelario.

Desde hace cinco años, Víctor tiene otra pasión: el chelo. Cada que lo necesita, toma su instrumento y empieza a practicar para poder enfocarse en el momento.

Me gusta mucho la música, crear a partir de las notas. En el octágono mi creación es la destrucción de mi rival, en el chelo son los acordes”.

A pesar de todos los desafíos y obstáculos que ha tenido su familia y él, Víctor Altamirano está donde siempre soñó.

 

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